La brecha y desigualdad de género que existe entre hombres y mujeres aún no está superada, si bien las mujeres poco a poco han ido ganando terreno en la igualdad, la realidad es que los hombres siguen teniendo ventajas estructurales.
Un claro ejemplo de esto es el tema de los cuidados y las responsabilidades con las infancias. En la ley no existe una licencia de paternidad para que los papás puedan cuidar de sus hijos en sus primeros meses de vida.
Existe un permiso de apenas cinco días, mientras que la licencia para las mujeres es de casi tres meses.
Esto ocasiona, por un lado, que las labores de cuidado recaigan de nuevo sólo en las mujeres; ocasiona distancia entre los papás y los hijos; y hace que el crecimiento profesional de la mujer se pueda ver obstruido, pues tiene menos tiempo para competir por otros puestos.
Este es un ejemplo de cómo la estructura beneficia, al menos profesionalmente, al hombre, y tiene que ver, también, con la violencia económica hacia las mujeres.
¿Qué es la violencia económica?
De acuerdo a la organización de análisis México, ¿cómo vamos?, la violencia económica “es un acto restrictivo del agresor contra la supervivencia económica de la víctima, dentro y fuera de casa.”
Y las mujeres la viven en este tipo de situaciones:
- Su cónyuge controla lo que gastan
- No pueden subir de puesto por ser mujer
- Ganan menos que a sus compañeros
- No le dan dinero para la manutención de sus hijas e hijos
De acuerdo a cifras de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), tan sólo en el 2021, un 21.7% de las 25.2 millones de mexicanas experimentaron algún tipo violencia económica.