Por Joaquín Cruz Lamas
Los italianos tienen esa expresión tan bella que denota la existencia e importancia de algo que por desgracia tenemos muy olvidado: la naturaleza humana. Cuando hablan de algo que está hecho a misura d’uomo se refieren precisamente a eso: a las cosas que están hechas a la medida del ser humano. Podemos decirlo de lo que sea: de ciudades, de máquinas, de edificios, de ropa, de muebles y, por supuesto, de arte. Lo normal es que nos refiramos a aquello que es producido por el ser humano para el ser humano.
La naturaleza quizá no siempre nos proporcione las cosas hechas a nuestra medida, pero lo cierto es que este es el planeta que conocemos como nuestro hogar. Es el mundo natural donde primero nos desenvolvimos y donde comenzamos a producir aquellas cosas que llamamos, hoy en día, hechas a medida del hombre. No es casualidad, creo yo, que por esta misma razón sigamos teniendo una especie de deseo intrínseco de buscar la naturaleza. Los espacios que habitamos por lo general nos parecen más agradables cuando hay algo en ellos que nos recuerde al mundo natural: una planta, algunas rocas, un leño incluso. Es más, los materiales mismos que usamos también nos remiten a esa realidad natural, los acabados de madera y piedra suelen ser muy agradables.
¿A qué voy con todo esto? Quiero señalar que en la era que habitamos, el tiempo de la post-revolución industrial, sigue siendo vigente nuestro gusto por aquello que denominamos natural. No solo se ve en nuestros gustos estilísticos, también se ve en muchas tendencias como el ecoturismo, las excursiones al campo, el consumo que se está desarrollando de lo orgánico, etc. Lo irónico es que, en medio de un mundo construido por humanos —el mundo del desarrollo tecnológico e industrial acelerado—, lo que nos parece de cierta forma más humano es, hasta cierto punto, volver a la naturaleza.
¿Qué significa construir un mundo a medida del ser humano? Diría yo que significa no perder de vista nuestra pertenencia a un todo más grande que nosotros, al que hemos nombrado naturaleza. Un mundo desarrollado que respete nuestra naturaleza deberá respetar necesariamente el todo que nos rodea, es decir la naturaleza misma. Solo así podremos construir realidades hechas a medida del ser humano.