Por L.F.T. Anaisa González Orozco
En estos tiempos difíciles por los que estamos pasando y en los que debemos contribuir quedándonos en casa, el hábito que mejor podríamos adquirir sería realizar alguna actividad física, no sólo para ocuparnos un rato, si no para mantenernos sanos y saludables.
Lo cierto es que existe una gran diferencia entre hacerlo por mantenimiento de la salud o como un rendimiento físico, ya que realizarlo como exigencia física requiere de entrenamiento, constancia, dedicación y planeación.
La OMS define actividad física como cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos, con un consumo energético notable de acuerdo a la edad. El ejercicio es una subcategoría que implica una actividad física planificada, estructurada y repetitiva realizada con una meta, con frecuencia con el objetivo de mejorar o mantener la condición física de la persona. Por ejemplo, las actividades de jardinería o subir escaleras en el hogar no pueden catalogarse como “ejercicio,” pero evidentemente constituyen una actividad física.
Esta organización establece parámetros de actividad física que debemos realizar según las distintas edades:
- 5 a 17 años: mínimo 60 minutos diarios de intensidad moderada y vigorosa. Combinando fuerza y cardio.
- 18 a 64 años: mínimo 150 minutos semanales de intensidad moderada o al menos 75 minutos semanales de carácter intenso, incluyendo 2 días de fortalecimiento muscular.
- Más de 65 años: al menos 150 minutos semanales de intensidad moderada o 75 minutos semanales de tipo intenso, incluyendo fuerza y movilidad. Para esta categoría, la intensidad varía, dependiendo de la capacidad de la persona.
Estos parámetros son las bases para mantenernos sanos y activos; sin embargo, si lo tuyo además es mejorar físicamente y adquirir un rendimiento físico, es importante que conozcas los distintos tipos de ejercicios y sus beneficios.
Los conceptos anaeróbico y aeróbico hacen referencia a la manera en la que el cuerpo obtiene energía, que puede ser con la necesidad de oxígeno – aeróbico – o sin ella – anaeróbico.
Ejercicio aeróbico: son las actividades cardiovasculares, ya que requieren que el cuerpo transporte bastante oxígeno para llevar a cabo la exigencia que se requiere por la utilización de grandes grupos musculares y, para esto, necesita quemar hidratos de carbono y grasas para obtener energía. Son ejercicios de media o baja intensidad, pero en un periodo largo de tiempo, por ejemplo: correr, nadar, ciclismo, bicicleta estática o caminar. Excelentes para bajar o controlar el peso.
Ejercicio anaeróbico: la energía proviene de otras fuentes internas del cuerpo que no necesitan ser oxidadas por el oxígeno. Aquí incluimos los ejercicios de fuerza y resistencia muscular. Son de alta intensidad, pero de corta duración, por ejemplo: levantamiento de pesas, fortalecimiento con tu propio peso o carreras de velocidad.
El tipo de ejercicio va de acuerdo a tus objetivos, pero siempre es mucho más beneficioso alternarlos y complementarlos. Cada deporte le da la importancia necesaria al tipo de ejercicio que más exigencia le implique, sin olvidar en menor cantidad el entrenamiento del otro.
Es importante saber que, para desarrollar una condición física, se debe aplicar una sobrecarga gradual y progresiva a la cantidad de actividad física.
Recuerda que no necesitas competir en algún deporte para realizar ejercicio de gran exigencia física. Basta con que elijas algún tipo de ejercicio físico que te guste y te motive a mejorar tus capacidades en él.
¿Ya encontraste el tuyo?
“Es importante saber que, para desarrollar una condición física, se debe aplicar una sobrecarga gradual y progresiva a la cantidad de actividad física.”
Anaisa González Orozco