N30 | Julio | 2022
Fátima Ruiz Velasco Obregón es una joven que convirtió el arte en un fructífero emprendimiento: ADI (Arte, Diseño e Inspiración). Con la magia de la tinta y el pincel, decora portarretratos, fundas para celulares, lleva al lienzo las más diversas peticiones de sus clientes y colabora con artesanos huicholes en la creación de diversas piezas hechas con chaquiras. Además, Fátima es la autora de una singular y deliciosa invención: Caprichito, una mezcla de bolitas de chamoy, ositos y frutitas de goma aderezadas con polvito picante.
“Mi historia comienza de una manera muy particular”, confiesa Fátima, “Porque cuando pinté mi primer lienzo, realmente yo no tenía conocimientos de arte, es decir, nunca había tomado un curso o una formación especial. Lo único que hice fue buscar un tutorial en YouTube sobre cómo utilizar espátulas, porque desde hacía mucho tiempo guardaba una imagen en mi celular que yo quería convertir en un cuadro. Entonces, me dije a mí misma: «No quiero mandarlo a hacer, quiero crearlo yo». Y así fue como entré al mundo del arte. De hecho, el pasado 2 de julio se cumplió un año de que pinté ese cuadro, que lleva por título Personalidad. Como dice el proverbio: «¡Hazlo! Aunque sea con miedo, pero hazlo». Y sí: lo hice con miedo, pero también con la ilusión de crear algo muy significativo para mí. Fue un logro muy importante, porque me ayudó a vencer el miedo y animarme poco a poco a tomar los pedidos que surgieron con el paso de los días. Ahora, en cada obra que me piden, de una u otra manera, termino por desbloquear una parte de mí y me conozco más. Después de todo, el arte también es eso: una forma de conocerte y reconocerte a ti misma, a ti mismo”.
Los primeros pasos
Al igual que muchas y muchos emprendedores, Fátima inició ADI en la pandemia. En aquel momento, ella trabajaba en una mueblería y luego de comprar un teléfono celular nuevo, decidió pintar la funda para darle un toque único: el resultado le gustó mucho y subió algunas imágenes a sus redes sociales. Las respuestas no se hicieron esperar: primero, sus compañeras y compañeros reconocieron su talento, al tiempo que recibía un sin fin de mensajes de amigas, amigos y familiares, con el deseo de que también les diera un toque sin igual a sus fundas para celular.
“Al abrir mi página de Instagram, empecé a recibir más clientas y clientes”, relata Fátima mientras recorre la memoria como quien pasea por su parque o su jardín favorito, “No solo subía las fundas que iba creando, sino también los dibujos y ejercicios de pintura que iba creando. De pronto, me di cuenta de que mi trabajo me quitaba mucho tiempo que podía dedicarle al arte, que era una actividad que comenzaba a rendirme muchos más frutos. Después de reflexionarlo, finalmente dejé mi trabajo para trabajar de lleno en ADI. Todo sucedió en pandemia y como debía estar en casa, me ayudó a enfocarme aún más en mi oficio como artista”.
Con el paso del tiempo, llegaron seguidoras y seguidores nuevos, tanto a Facebook como a Instagram. La gente empezó a confiar en el arte de Fátima y esa sensación la llenó de una emoción que, más temprano que tarde, la llevaría a tomar una importante determinación: vivir del arte y para el arte. “Realmente me di cuenta de que incluso con el arte podía ganar más de lo que ganaba en otros trabajos”, reconoce Fátima, “La gran diferencia era que el arte sí me apasionaba”.
La pandemia, como bien sabemos, fue —y aún lo es— un duro golpe para el mundo entero, tanto en lo económico como en lo emocional. No fueron pocos quienes solicitaron la ayuda de otras personas, con la intención de mitigar un poco las adversidades a las que el covid-19 condujo a la humanidad. Para Fátima, era muy importante desde sus espacios y con sus posibilidades ayudar a las personas. Con esta empatía y vocación de ayuda, logró acercarse a artesanos huicholes para crear de manera conjunta diferentes piezas hechas de chaquira, que tanto distinguen a este pueblo ancestral de nuestro país.
“Mi papá me ayudó a buscar el contacto”, comparte Fátima, “E inmediatamente creamos fundas para celulares. Por supuesto, yo les entregaba una comisión justa por cada venta que realizaba. Ha sido muy lindo, porque me ayudaron a impulsar a ADI, sobre todo al inicio, pero también yo los apoyé a incrementar sus ventas. Ha sido un ganar-ganar”.
Vencer el miedo
Emprender un nuevo proyecto, un negocio novedoso o una nueva dinámica de vida conduce a que las personas se enfrenten con sus más profundos miedos. En ese proceso, Fátima se enfrentó al miedo personal y al miedo económico.
“El miedo personal fue que yo no conocía técnicas de pintura”, reflexiona Fátima, “Simplemente me animé a pintar un cuadro. Después, me inscribí a cursos y he procurado fortalecer mi formación. En cierto modo, en cada nuevo pedido logro vencer un nuevo reto, pero el primer desafío fue a vencerme a mí misma, con una máxima en mente: si te lo propones lo logras. Así, empecé a conocerme, a reconocer una parte de mí que no sabía que tenía y ha sido una experiencia infinitamente grata”.
¿Y cómo vencer el miedo económico? Fátima reconoce que hay buenas y malas temporadas. No pocas veces ha estado tentada a buscar un trabajo más rudimentario; sin embargo, en este proceso llegó a una revelación fundamental: “Llegué a la conclusión de que todo es personal”, afirma Fátima con decisión, “Lo que eres tú es tu empresa, ese proyecto que traes entre manos o ese nuevo negocio; es, después de todo, tu trabajo. Todo ello me llevó a descubrir un aspecto esencial, la clave de todo: amar el trabajo que realizas”.
Amar el trabajo que realizas
¿Quién no se ha cuestionado alguna vez si el camino, la profesión o la disciplina elegida fueron las correctas? En ese dilema, ¿cuántas personas no estuvieron a punto de rendirse? Y es que hasta la persona más apasionada ha vivido ese impulso de abandonar el más profundo amor por la vocación. Fátima no solo lo sabe, sino que lo vivió en carne propia.
“Yo llegué a un punto en el que ya no quería pintar, ni siquiera le veía el gusto, porque solo pensaba en el dinero”, recuerda Fátima, “Poco a poco, le perdí ese amor a lo que hago, a causa del interés económico. Estaba a punto de buscar un trabajo, digamos, tradicional, pero tenía miedo. Entonces me cuestioné: «¿Cuánta gente tiene el talento de hacer arte?» Para responder, revisé en lo más profundo de mí misma, para saber qué me pasaba. Primero reconocí mis temores y, al aceptarlos, descubrí el amor que verdaderamente sentía por mi trabajo. Fue muy curioso, porque luego de esta revelación, incluso pude pintar mejor, mi rendimiento también mejoró y hasta empecé a transmitir más confianza y felicidad a mis clientes”.
Para Fátima, el crecimiento es personal y se va a reflejar en el trabajo, sin importar si es algo relacionado con las artes, la medicina o la contabilidad, pero para llegar a un reflejo claro, transparente, es importante evitar las comparaciones con otras personas, porque todo se trata de ser la mejor versión de una misma, de uno mismo. Ser mejor que ayer.
“A mí me cambió la vida el darme cuenta de que soy buena en el arte y confiar en que podía lograr mis metas. Además, mi trabajo es único, porque cada artista tiene su sello distintivo. Y es un súper plus tener un buen discurso interno, hablarte bonito, porque luego una se empieza a hablar muy feo y eso no sirve. Por eso, haz bien tu trabajo y procura hablarte bonito, hablar bien de tu negocio y es curioso, pero solito va dando frutos. Solito se va moviendo todo. Te sientes diferente y con metas más realistas: cada vez que hagas algo, más que pensar en el dinero, piensa en la meta a la que quieres llegar, porque exigirá construir un camino y ese camino será administrar tus tiempos, tu dinero, todo, porque no solito se llega a la montaña: tienes que cruzar muchas piedritas”.
Respétate y respeta tu trabajo
“En ADI me tengo a mí. Yo soy mi propia jefa”, afirma Fátima, “Y tengo que ser exigente conmigo misma. Es fácil decirlo: soy mi propia jefa, pero se trata de tenerte respeto. Así como alguna vez trabajaste con dedicación y respeto para otra jefa o jefe, debes tenerte ese respeto a ti misma, a ti mismo y salir adelante; hacer tu trabajo, establecer horarios y administrarte. En realidad, un negocio propio es una relación: así como harías algo por la persona que amas, hazlo también por ti, hazlo por tu negocio. Procura que la relación con tu negocio y contigo misma, contigo mismo sean sanos. Esfuérzate día con día, vence esos miedos, los baches, las inseguridades y prueba que lo puedes lograr”.
Fátima invita a que las personas se reten a sí mismas y que si acaso no lo logran, finalmente comprueben que quizá no era por ese camino, pero se trata de volverlo a intentar una y otra vez, en otras disciplinas, en otros espacios. “El punto es que te demuestres que puedes o que te demuestres que no, pero que lo hagas”, concluye Fátima, “Cuando a mí me piden una funda para celular, a veces no sé cómo hacerla, ni sé qué técnicas se están usando, pero lo voy a intentar hasta lograrlo. Es muy padre conocerte a ti misma, a ti mismo y saber que superar un escalón te llevará a subir otros más”.