Un nuevo estudio publicado en la revista One Health señala que los vertederos de basura en países de bajos ingresos se han convertido en focos potenciales de brotes de enfermedades zoonóticas, como el COVID-19.
Este hallazgo, liderado por un equipo de científicos de la Universidad James Cook y la Universidad Mahidol de Tailandia, sugiere que la convergencia de personas, animales y desechos en estos lugares aumenta el riesgo de enfermedades infecciosas, lo que representa una amenaza global de salud pública.
El profesor Bruce Gummow, experto en medicina preventiva veterinaria y coautor del estudio, destaca que los vertederos crean un entorno propicio para la interacción entre humanos, fauna silvestre y patógenos, un fenómeno que ha impulsado brotes de enfermedades emergentes en todo el mundo.
En su análisis, el equipo revisó cerca de 350 investigaciones científicas que exploran las condiciones y riesgos dentro de los vertederos, y encontraron que los altos niveles de densidad de población animal y humana en estos sitios favorecen la propagación de patógenos, lo cual aumenta la posibilidad de que surjan nuevas cepas de enfermedades.
El estudio describe cómo estos vertederos, a diferencia de los ecosistemas naturales, ofrecen un suministro constante de alimentos y refugio para animales. Este recurso alimenticio atrae a numerosas especies que, al concentrarse en un espacio limitado, incrementan la frecuencia de contacto y la transmisión de patógenos.
“La alta densidad poblacional y la mezcla de diversas especies en los vertederos facilitan la rápida transferencia de enfermedades”, explicó el profesor Gummow, quien subraya que esto representa una situación crítica en países donde la gestión de residuos es deficiente y el tratamiento de la basura suele realizarse en vertederos abiertos sin control adecuado.
Además del peligro que representa la fauna, las condiciones insalubres de los vertederos también afectan a los recolectores de basura. Millones de personas en todo el mundo se ganan la vida recogiendo materiales reciclables en estos sitios, exponiéndose a entornos donde prevalecen enfermedades infecciosas.
La investigación señala que muchos recolectores son trabajadores informales que carecen de acceso a atención médica adecuada, lo cual los convierte en transmisores potenciales de enfermedades zoonóticas y otros patógenos.
“Estas personas, que ya son vulnerables, están en contacto constante con desechos y animales infectados, sin acceso a los servicios básicos de salud para protegerse o recibir tratamiento”, comentó el profesor Gummow.
El informe también destaca otro problema creciente relacionado con los vertederos: el intercambio de material genético entre bacterias. Este fenómeno, impulsado por la mezcla de diferentes agentes patógenos en un solo ambiente, puede favorecer la aparición de cepas resistentes a los medicamentos. Estas nuevas cepas representan una amenaza añadida, pues dificultan aún más el control de posibles brotes.
Para el año 2050, se espera que las ciudades generen más de seis millones de toneladas métricas de desechos sólidos al día, de acuerdo con las estimaciones de los investigadores. En los países de bajos ingresos, una gran proporción de estos residuos son orgánicos, lo cual intensifica el problema debido a la falta de infraestructuras de tratamiento y disposición adecuadas.
La quema al aire libre de residuos orgánicos es una práctica común en estos lugares, lo que, además de liberar contaminantes al aire, contribuye al deterioro de las condiciones sanitarias en las comunidades cercanas.