Por Joaquín Cruz Lamas
La mente más privilegiada que ha nacido en tierras mexicanas fue una que tuvo un interés profundo en una amplia gama de disciplinas, todas las cuales logró dominar: Literatura, Teología, Filosofía, Matemáticas, Astronomía, Idiomas, Arquitectura, Música y – no podía faltar – Gastronomía. Su nombre era Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, monja Jerónima y la mejor pluma mexicana hasta la fecha.
A 325 años de su muerte, sigue siendo la lumbrera más luminosa de todos cuantos se han dedicado al cultivo de las ideas en nuestro país. Escritora, pensadora y chef, dejó un gran número de recetas. Uno podría decir que no tuvo de otra, ya que durante un tiempo estuvo a cargo de la cocina de su convento. Nada qué ver; su talento en la cocina no provenía de la resignación, sino de una auténtica pasión. No es casualidad que nuestro intelecto más destacado haya invertido tantas energías y tanto tiempo en la gastronomía. Ya desde los albores de las civilizaciones precolombinas, el alimento jugó un papel central en la cultura de los pueblos de América. El maíz era tenido en alta estima por ser la fuente principal de alimento de aquellas gentes y la gastronomía azteca, al igual que el resto de su cultura, estuvo rodeada de un aura de misticismo que daba una justificación sobrenatural a todos sus elementos.
Cuando en el siglo XVI cayó la imperial ciudad de Tenochtitlán y nació por mestizaje un nuevo pueblo, uno de los aspectos en que más fuertemente se pudo apreciar el surgimiento de una nueva cultura fue en la gastronomía. México refleja su identidad a través de lo que come; nuestras recetas y el papel que juegan en nuestras vidas son una manifestación de un espíritu marcadamente mexicano. A través de la comida celebramos quiénes somos y el modo en que nos relacionamos con el mundo; se trata de una forma de interpretar la realidad. Tenemos recetas especiales para diferentes momentos del día y diferentes etapas del año. Tenemos incluso recetas para celebrar fiestas nacionales, como los chiles en nogada para la independencia o el pan de muerto para el día de muertos. Es por ello que no debemos olvidar que nuestro más grande intelecto no sólo fue poeta, teóloga y música, sino también chef.
“México refleja su identidad a través de lo que come; nuestras recetas y el papel que juegan en nuestras vidas son una manifestación de un espíritu marcadamente mexicano.”
Joaquín Cruz Lamas