Por Joaquín Cruz Lamas
El filósofo mexicano Carlos Llano escribió un libro titulado La amistad en la empresa, en el que expone la necesidad de construir relaciones más humanas dentro de las organizaciones mercantiles y laborales. Nos puede parecer un poco extraño en un principio la afirmación según la cual la amistad es algo que se debe fomentar en el ámbito laboral. Estamos acostumbrados a pensar que una cosa así sería algo poco profesional, informal e incluso peligroso; sin embargo, este escepticismo nos puede conducir a escenarios poco favorables para el desarrollo humano dentro del trabajo. Proviene, además, de una concepción equivocada tanto de la amistad como de lo que se debería de esperar de una organización laboral. Analicemos estas cuestiones paso a paso.
En primer lugar, hay que mencionar un fenómeno ampliamente difundido al que Llano se refiere en su libro: la hiper-racionalización de las empresas, ¿qué es esto? Como el nombre lo sugiere, significa considerar las estructuras de las empresas desde una perspectiva exclusivamente racional y utilitaria. Pongo mucho énfasis en la palabra “utilitaria” ya que nos da la clave del modo en que se usa la razón dentro de las empresas. Una sociedad mercantil tiene como fin generar ganancias, por lo tanto, la razón se utilizará en ella con ese objetivo. Lo cual no está mal; rara y sospechosa es la sociedad mercantil que no genera ingresos. El problema surge cuando nuestra razón ignora un elemento importante de toda organización: el elemento humano. Comenzaríamos entonces a considerar a las empresas como si fueran solamente máquinas de generar dinero, cuando la realidad es que no lo son, o al menos no son solamente eso.
Es entonces cuando hemos de considerar las relaciones óptimas de trabajo. Una sociedad mercantil es, antes que nada, como el nombre lo dice, una sociedad, es decir, una entidad conformada por personas. Primero, tenemos a los socios que aportan el capital y luego se van sumando otras personas, tales como empleados, inversionistas en incluso proveedores. Es una obviedad, pero hay que recordar que todos ellos son personas. Además, quienes trabajan en la empresa dedican gran parte de su tiempo a ella, convirtiéndola así en un elemento de mucho peso en sus vidas. La salud mental de un individuo depende en gran medida de las condiciones de su trabajo. Un mal trabajo generará una salud mental mala, mientras que uno bueno pondrá las condiciones para una salud mental buena. Si lo queremos ver incluso desde un punto de vista meramente utilitario, siempre conviene más tener trabajadores felices: una persona en buen estado trabajará mejor que una en mal estado.
Pero Carlos Llano no se queda en la parte utilitaria del asunto. A él le interesa que no olvidemos esa obviedad que acabo de mencionar: las empresas se conforman por personas. El criterio de evaluación más bien tendría que ser el siguiente: una empresa que produce satisfacción y bienestar en sus trabajadores es una que lleva buen rumbo, una que no lo hace va por mal camino. Aquí es donde entra la amistad: un factor que favorece la existencia de condiciones óptimas en el ambiente laboral. Una persona se sentirá comprometida con una organización en la cual tiene amigos. Ahora bien, el que los colaboradores sean amigos no quiere decir que hay falta de profesionalismo, sino que se respire un ambiente en que las personas pueden sentirse en casa. Los equipos de trabajo funcionarán mejor si entre sus miembros hay estima y respeto mutuo. Llano se refiere a la amistad que se entiende como buscar el bien de la otra persona. Si partimos de esa premisa podremos tener relaciones laborales más fructíferas y significativas.