En la actualidad, la tecnología nos permite aislarnos del mundo: basta nuestro teléfono para solicitar la más variopinta cantidad de productos y servicios, incluso ya trabajamos desde casa. Es cierto que los ermitaños han existido desde siempre, pero en los últimos años este fenómeno se ha acentuado notablemente; sin embargo, aun en estos casos dependemos de otras personas, desde el repartidor hasta quienes hacen posible que la infraestructura tecnológica funcione.
Por eso conviene echar mano de las ciencias cognitivas para mejorar nuestras relaciones interpersonales cotidianas, tanto quienes convivan frecuentemente con otras personas como para quienes no se vean en esa apremiante necesidad.
Para el especialista Srini Pillay, nuestro propio cerebro puede convertirse en el mejor aliado para mejorar nuestras relaciones con otras personas. Además, es en el cerebro donde se procesa la manera en que percibes, comprendes, recuerdas, evalúas, deseas y respondes a las personas.
En seguida, Pillay formula una precisión interesante: las personas que están en nuestras vidas no son quienes son en realidad, ¿por qué? Porque es una mezcla singular de lo que realmente son y de la forma en que las interpretamos en nuestro cerebro. Por lo tanto, si comprendemos las formas en que las relaciones impactan en nuestro cerebro, es muy probable que podamos cambiar la manera en que opera nuestro cerebro para, a su vez, modificar las formas en que interactuamos con los demás.
Para lograrlo, Srini Pillay recurre a tres conceptos: la transferencia, el contagio emocional y la empatía cognitiva.
Transferencia
¿Qué tan presente tienes en la memoria las experiencias traumáticas de tu pasado? ¿Mucho? ¿Poco? Como se dice ahora: ¿ya superaste a tu ex o solo lo dices para quedar bien con todo mundo y no recibir las críticas de tus amistades y familiares? En palabras de Pillay, este fenómeno recibe el nombre de transferencia: se trata de un fenómeno psicológico a través del cual las personas con quienes conversamos o nos relacionamos pueden activar recuerdos anteriores. En consecuencia, corremos el riesgo de repetir inconscientemente los conflictos del pasado que además no tienen nada que ver con la relación actual.
Imagina que te reúnes con algún compañero o compañera de trabajo a quien tienes poco tiempo de conocer. Todo marcha bien hasta que, en cierto momento, sientes que la persona comienza a reprocharte la manera en que te refieres a ella, ¿qué sucedió?, ¿dijiste algo ofensivo?, ¿tuviste una actitud grosera?, ¿dónde está la falla?
Claro, no hay que descartar que estos hechos pudieron tener lugar, es decir, quizá pudiste decir o hacer algo —consciente o inconscientemente— que molestó a la otra persona; sin embargo, conviene también que analices si no se trata de una proyección de la manera en que la otra persona se ha interrelacionado en el pasado, en el sentido de que tal vez la interacción que tuvo contigo le recordó una relación conflictiva y mandona en sus vidas anteriores. El asunto, afirma Srini Pillay, es que, ante indicios de este tipo, actuamos con respuestas instintivas que ocurren en el cerebro, debido a que este órgano es propenso a hacer predicciones no conscientes basadas en experiencias de la vida temprana. En efecto, quizá sean injustificadas, pero no las visualizamos de esa manera.
¿Qué hacer en estos casos? Ante un conflicto de esta naturaleza, reflexiona y pregúntate: ¿en verdad estoy respondiendo a un comportamiento o actitud de la persona que tengo en frente o estoy confundiéndola con alguien de mi pasado?
Contagio emocional
Nuestras emociones, dice Srini Pillay, se pueden transferir fácilmente a otra persona sin que nosotros lo sepamos. Esto también sucede a través de redes sociales a gran escala, pues se trata de un fenómeno que no exige interacciones en persona o de señales no verbales.
¿Cómo te sientes luego de interactuar con grupos de haters? Es muy probable que tu hate hacia ese algo se incremente; de igual modo, cuando convives con personas que interactúan en un entorno que fomenta las emociones positivas, probablemente te sientas también más positivo.
En suma, es muy frecuente, continúa Pillay, que nuestras emociones negativas, como la ira, se transfieran más fácilmente que las positivas. El hecho de captar emociones de forma rápida y certera supone una ventaja evolutiva, pero a veces interfiere con las dinámicas en que nos relacionamos con otras personas. Las neuronas espejo se encargan de llevar a cabo este complejo proceso, pues se han especializado en captar automáticamente las emociones de los demás.
¿Qué hacer para evitar el contagio emocional? En primer lugar, si vas a interactuar en línea, reconoce que tal vez el contenido que vayas a consumir va a afectar tu estado de ánimo. Por otro lado, en tu interacción en persona, ten en cuenta que las emociones negativas pueden llevarte a un estado negativo, incluso en los momentos en que no te sientes negativo.
En particular, reafirma Srini Pillay, hay que estar muy atentos cuando alguien “te hace enojar”, porque es probable que en realidad no estés enojado con la otra persona y más bien estés confundiendo su enojo con el tuyo, simplemente porque tu cerebro estás reflejando sus estados de sentimientos.
Empatía cognitiva
Al negociar con alguien, quizá resulte útil reflejar sus emociones, pero esta empatía emocional podría ser contraproducente. En la mayoría de los casos, es mucho más eficaz utilizar la empatía cognitiva, porque, para Srini Pillay, favorece que la otra persona se ponga menos a la defensiva y también se sienta escuchada. Si bien existe cierta superposición, la empatía cognitiva activa una red de mentalización en el cerebro, que difiere de los mecanismos de reflejo emocional de la empatía emocional.
¿Cómo ponerla en práctica? Según Pillay, cuando intentes resolver un conflicto, procura reflexionar sobre lo que están diciendo y luego parafrasea de manera neutral lo que están diciendo o intentando. Esta paráfrasis ayuda a disminuir su ira y reactividad. Es una forma de empatía cognitiva, que indica que puedes caminar en sus zapatos.
Cuando cambias las reacciones automáticas de tu propio cerebro, puedes ayudarlo a navegar de manera más efectiva en las relaciones. Al saber cuándo examinar y explorar la transferencia, la empatía emocional y la empatía cognitiva en diferentes situaciones, las relaciones también tienen el potencial de profundizarse.
Fuentes de Consulta
Pillay, Srini. (2018, octubre 4). “Brain science to improve your relationships”. Harvard Health Publishing. Recuperado de: <https://www.health.harvard.edu/blog/brain-science-to-improve-your-relationships-2018100414922>.