Por Katya J. Orozco Barba
Se ha escrito constantemente sobre la frase célebre de Gandhi sobre ser el cambio que se quiere ver en el mundo y en la constante insistencia del activismo ecológico y social de primero cambiarse así mismo para poder ver un cambio fuera de sí.
Muchas de las motivaciones por las que algunas personas acuden al psicólogo en parte son querer cambiar algo de su vida o de sí mismos que no les gusta, y se piensa que, una vez cambiando ese hábito, o “defecto” autopercibido, se podrá llegar a cierta felicidad o satisfacción.
Y, bueno, ¿cómo se dará ese cambio? ¿Qué implica cambiarse uno mismo?
Se considera que los grandes cambios se dan con mucho esfuerzo, cultivando nuevos hábitos o establecer un ideal al que se quisiera llegar.
La mayoría del tiempo, las personas se concentran en el “deber ser,” en lugar de concentrarse en lo que es el “ser.”
Ese “deber ser” se impone en una realidad presente sin haber comprendido primero qué es o qué hay en esa realidad presente.
Esto no quiere decir que establecer nuevas rutinas, cambiar de residencia, frecuentar nuevas amistades, admirar a otra persona, etcétera, no genere algo nuevo en el modo de comportarse.
Como se describió anteriormente, se busca imponer un deseo en una realidad presente sin haber intentado comprender la realidad que se percibe.
Por ejemplo:
Hay una constante queja porque se considera “perezoso” – ponga cualquier otro adjetivo que quiera: envidioso, egoísta, ansioso etc. Usted tendrá sus razones para creer que es un perezoso; usted puede conocer el significado de dicho adjetivo y llega a la conclusión de que es un perezoso.
Fácilmente puede recibir una retroalimentación por parte de profesionales de activación física o seguir una dieta alta en energía y hacer una lista de las cosas que usted quiere realizar todos los días, ponerse como meta un estilo de vida popular o alcanzar el modo de vida de una figura ideal para usted, y se pone manos a la obra.
Esto, sin duda, es actuar, pero ¿a qué nivel de cambio llega dicha acción? Cambia su comportamiento, pero no cambia usted.
¿Qué pasaría si usted comenzara a preguntarse esto?: ‘¿Perezoso? ¿Alguien le ha dicho que usted es perezoso? ¿Qué es eso? ¿Por qué lo quiere cambiar?’ En fin, preguntas que vayan un poco más allá de solo una autodenominación.
Es decir, echar mano de la comprensión, de otra forma sería imitación; emular comportamientos, pero la conversión o cambio conlleva la consciencia, intentar comprender lo que percibe y lo que sucede dentro de usted. Quizá de esta forma se estaría poniendo en marcha hacia el sendero de la autoobservación y el autoconocimiento.
Una persona consciente será una persona que danza al ritmo de la música que surge en su interior. Es decir que una persona consciente no buscará danzar al compás de lo que el otro demanda o del ideal, sino que descubrirá su propia música, su propio ritmo y descubrirá su propia danza.
De manera muy general, esta propuesta tiene la intención de generar en el lector la necesidad de tomar consciencia de lo que se dice y de lo que se percibe como el primer paso para comprender y transformar aquello que usted necesite.
“Una persona consciente será una persona que danza al ritmo de la música que surge en su interior.”
Katya J. Orozco Barba