Por Joaquín Cruz Lamas
He notado en los últimos meses que, además del gusto por los desayunos abundantes, los ingleses y los mexicanos tienen otra cosa en común: utilizar el humor como paliativo en las situaciones más difíciles de la vida. Hay que señalar sus matices, por supuesto; el humor inglés y el humor mexicano no son precisamente dos gotas de agua. En varios sentidos son disímiles, pero algo sí tienen en común: los dos pueden llegar a ser muy negros.
El humor negro no es para temerse. Sé que, en exceso, puede resultar ofensivo para ciertas sensibilidades, pero, administrado en dosis prudentes y bajo las circunstancias adecuadas, puede resultar la mejor herramienta retórica de cualquier discurso. El humor tiene ese poder que pocos otros aspectos de la cultura humana tienen: es capaz de romper las tensiones. Esto último se logra gracias a varios motivos: el humor nos demuestra qué es lo que tenemos en común, a través del absurdo nos deja ver la pequeñez de nuestras diferencias, nos ayuda a no tomarnos tan en serio a nosotros mismos, disuelve el orgullo, demuestra los defectos de la condición humana sin que sean motivo de lamentación, toca los temas más sensibles y difíciles sin miedo, mediante la exageración de ciertos rasgos, arroja luz sobre verdades incómodas y nos permite afrontarlas, etc. Podría seguir mencionando mil y una razones por las cuales el humor logra vencer imposibles, pero finalmente la más importante es quizá que simple y sencillamente nos hace sentir bien. Mediante la risa segregamos endorfina y, hay que admitirlo, vemos las cosas desde otra perspectiva. No han sido pocos los filósofos que han reconocido el valor enorme del humor, entre ellos están Aristóteles, Shaftesbury, Voltaire, Hume, Zizek, etc. Todos, creo yo, han visto un aspecto evidente del humor: su eficacia en contra de varios de los males que aquejan a las sociedades. En el caso de nuestros tiempos, son tantas las realidades que pueden enfrentarse con buen sentido del humor: el alarmismo, la ansiedad, la frustración, la incertidumbre, el enojo e incluso el dolor. Pocas cosas hay en esta vida que no mejoren con una buena risa.
“El humor tiene ese poder que pocos otros aspectos de la cultura humana tienen: es capaz de romper las tensiones.”
Joaquín Cruz Lamas