N25 | Febrero | 2022
Por Vanessa Arellano Serna
Especialista en Computación inteligente y sistemas
Desde que nacemos, la vida parece imponernos obstáculos de manera natural. No sabemos hablar, caminar ni tampoco tenemos capacidad de distinguir la realidad de la fantasía. Quizá por eso cuando somos pequeños no pensamos en imposibles y de algún modo nos las arreglamos para crecer y evolucionar como personas, sin siquiera tener las herramientas básicas —como las que listé hace un momento— para así lograrlo.
Ahora sabes hablar, correr, saltar, pensar y cuestionarte, ¿te has puesto qué haría tu versión de niño o niña con todas las herramientas que tienes ahora? Seguramente con tu capacidad de asombro y tu espíritu soñador, combinado con todo el conocimiento adquirido a lo largo de tu vida, lograrías cosas asombrosas, ¿no crees?
Lo que quiero decirte es que tú tienes todo lo necesario para lograr hasta el más grande de tus sueños, siempre y cuando no lo veas como un imposible. Por el contrario, se trata de que lo disfrutes y que seas consciente de que tienes que trabajar con pasión y empeño por tus sueños, sin parar de aprender nunca. Y con aprender me refiero no solo a la cuestión académica, sino también a cada situación que se te presente, cada persona que conozcas y cada contenido que consumas. Cuestiona tu entorno con el fin de limpiar lo insano, aprender, quedarte con lo sano y de esta forma tener y gozar de una mejor calidad de vida.
Hace algún tiempo, aprendí que la escritura era una forma en la que yo podía expresar lo que sentía: mis miedos, frustraciones e inseguridades, pero también mis alegrías, logros y certezas, porque es importante reconocer ambas caras de la moneda, tanto la luz en la oscuridad como la penumbra en la luminosidad. Para mí, la escritura se convirtió en una forma de expresión para encontrar respuestas a preguntas que me había formulado, así como para descubrir preguntas que quizá jamás se me habrían ocurrido.
En mi recorrido por la palabra escrita, llegué también a la poesía, como un oficio para darles otro sentido a mis emociones y que, con un poco de suerte, pudieran llegar a oídos de otras personas. Quisiera compartir en la brevedad de estas páginas los siguientes versos, que surgieron en uno de esos tantos encuentros conmigo mismo a través del lápiz y el papel:
La limpieza del alma en tiempos de crisis
comienza con dos sencillos pasos:
bañarse y llorar.
Después,
ve al espejo y dime si no te sientes vacío.
Naturalmente,
habrá que despojarnos
del peso, de las heridas,
e incluso de la alegría dolorosa
que ahoga el cuerpo, el alma,
para alcanzar el más bello vacío
y la claridad, la limpieza,
que hace falta para volver a empezar.
Trabaja en tu salud mental, física y emocional, así lograrás cambiar el chip de las excusas y que bien podemos resumir en el “Pero es que…” al que estamos sometidos como sociedad. Una vez que cambies ese chip, te resultará más fácil creer en ti, distinguir todas tus capacidades para que, con una buena gestión emocional, las puedas aprovechar al máximo. Encuentra aquello que disfrutas hacer más que otra cosa en el mundo; reunifícate con tu esencia, añade una férrea disciplina y verás que todo es posible.