N24 | Enero | 2022
Cuando comencé a trabajar con niñas y niños, me di cuenta de que su mundo es muchísimo más mágico que el de los adultos. Para mí, las niñas y los niños son personitas con un gran encanto, amor y también son más agradecidos que los adultos, porque ellos entregan —y te entregan— todo el corazón durante el tiempo que nos lleva el tratamiento dental..
Además, el trabajo en odontopediatría me ha ayudado a desarrollar habilidades a las que incluso en otro momento de mi vida les temía, por ejemplo, las niñas y niños me enseñaron a no ser tan introvertida y, poco a poco, fui abriéndome para convertirme en una persona más extrovertida. Y creo que lo más valioso que me ha dado el trabajo en odontopediatría es confiar en mí, en mis conocimientos y competencias. Como suele decirse, las niñas y los niños huelen el miedo, entonces si tú como dentista te muestras con inseguridad o dudas, inmediatamente ellas y ellos asumirán una postura de temor e inseguridad; por eso, al trabajar con la niñez debo mostrar una total confianza en mí misma, en mis habilidades, conocimientos y capacidades, para transmitirle esa misma confianza y seguridad a mi pequeña o pequeño paciente.
Malinaly Gloria Bárcenas Celada es Licenciada en Odontología por la Universidad Autónoma de Aguascalientes y cuenta con una especialidad en Odontopediatría por la Universidad Autónoma de Querétaro. En esta conversación, Malinaly nos compartió algunos de los retos que supone ofrecer tratamientos dentales a niñas y niños, además de algunos secretos que ella pone en práctica para lograr los mejores resultados.
Casi para terminar la licenciatura
Mi interés por la odontopediatría surgió en 9º semestre de la licenciatura, es decir, ya casi cuando iba a terminar mi formación. No es fácil, porque las niñas y niños son muy diferentes de las personas adultas: de una u otra manera, la convivencia y el trabajo con la niñez te llevan a mantener un alma de niño, porque es muy importante que conozcas sus gustos, qué sepas qué programas o personajes están de moda en internet, los videojuegos, la televisión o el cine, pues de esa manera podrás platicar mejor con ellas y ellos.
Por supuesto, una de las disciplinas que debes desarrollar como odontopediatra es la psicología infantil, porque, como mencioné antes, las niñas y niños perciben el miedo, entonces si tú te muestras como un profesional de la salud temeroso, así también se mostrará la niña o el niño. Por eso es muy importante que te muestres segura para que la consulta sea un momento agradable para el niño y evitar ante todo que se convierta en un momento tortuoso. Yo creo que ese es el principal reto que enfrentamos.
Tener alma de niño
Al suministrar la anestesia, un dentista que solo trabaja con personas adultas da por sentado muchas cosas. No es que esté mal, pues finalmente hay profesionales que dominan tanto su trabajo que así pueden hacerlo; sin embargo, en este proceso corres el riesgo de perder el tacto con las personas, es decir, dejas de ser cordial, amable y olvidas que tu trabajo también consiste en evitar que el paciente sienta dolor.
Por el contrario, las niñas y niños exigen que seas mucho más sensible, que te conduzcas con mucho tacto, precaución y cuidado, por ejemplo: en ningún momento mostramos herramientas como la cárpula, o sea, la jeringa metálica que, debemos reconocerlo, con solo verla causa terror, pero al mismo tiempo debemos ser lo suficientemente hábiles para colocarla en la boca de la niña o el niño cuando tengamos que hacerlo. Como se dice coloquialmente, me toca hablarles bonito a las niñas y niños, ser más cariñosa. De hecho, es algo que ya forma parte de mi trabajo, incluso cuando trabajo con adultos, al punto que me dicen que soy muy delicada y cuidadosa al momento de ofrecer consulta dental. Y eso es algo que debo agradecer a mis pequeñas y pequeños pacientes.
Crear hábitos
Uno de los aspectos que a los papás y mamás les preocupan es que sus hijas e hijos se cepillen los dientes; sin embargo, no basta con el cepillado, ¿a qué me refiero? Lo más importante de trabajar con niñas y niños es ayudarlos a crear hábitos, porque a ellas y a ellos no les interesa en lo más mínimo la higiene, lo único que quieren es divertirse, jugar y pasarla bonito. Entonces, nos apoyamos mucho de papá y mamá para que refuercen en casa nuestras recomendaciones, de lo contrario, será difícil que los tratamientos avancen correctamente.
Por supuesto, el cepillado de tres veces al día es esencial para tener dientes sanos, pero en la actualidad también nos enfrentamos con el grave problema de las dietas de las niñas y niños, porque quizá no consumen tantos dulces, pero suelen comer muchos pastelitos, jugos, panecillos, entre otros alimentos procesados con altos contenidos de azúcares. Todo ello afecta la dentadura, por eso es importante contar con el apoyo de papá y mamá para crear hábitos en las niñas y niños que los lleven a tener una mejor dentadura.
Con valentía, sin miedo
Una de las preguntas más frecuentes es qué tan miedosos son las niñas y niños conmigo, como dentista. Como mencioné, es bien importante que nosotros, como profesionales, les transmitamos seguridad a las niñas y niños, porque si una misma está con miedo, también estarán así ellas y ellos. Ahora bien, en ocasiones, las niñas y niños llegan a la consulta con mucha valentía, muy seguros del tratamiento y, como suele decirse, sin una pizca de miedo, pero a veces quienes tienen miedo son papá y mamá, incluso llegan a contagiar ese miedo a sus hijas o hijos.
Entonces, mi trabajo, si bien está enfocado a niñas y niños, también me toca conciliar con papá y mamá, para ayudarlos a que no solo confíen en mí, sino que les tengan confianza a sus propias hijas e hijos. Es curioso, porque a veces son papá y mamá quienes no siempre se dan cuenta de lo maravillosos que pueden ser sus hijas o hijos. Parte de mi trabajo es hacerles ver eso.
Un acto mágico, pero no de magia
Yo creo que cuidar a niñas y niños es un acto mágico, pero no de magia. La diferencia es muy sutil, pero importante. Cuando decimos que cuidamos la salud bucal es un acto de magia, pareciera que ocurre como si no hubiera algo de por medio, pero no es así, porque, como ya lo compartí, es un proceso en el que participa activamente la niña o el niño, pero también papá y mamá, de la mano del odontopediatra; sin embargo, como las niñas y niños son personitas llenas de magia, encanto y espontaneidad, entonces, la consulta, el tratamiento y, en general, todo el proceso terminan por convertirse en un acto mágico, lleno del candor de la infancia, bromas, ocurrencias, momentos divertidos y, como decía antes, de mucho agradecimiento, porque las niñas y niños son muy agradecidos.
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