El 22 de octubre se celebró el 447 aniversario de Aguascalientes.
Hace 447 años comenzó la historia de esta ciudad, que nació de un beso, pero también de una guerra; que se moderniza, pero se aferra a sus raíces; que vio llegar y vio partir al ferrocarril, pero lo guardó en su memoria para siempre. Una tierra que no sólo guarda calor en sus aguas, sino también en la hospitalidad de su gente.
El origen de la ciudad se dio por una batalla entre los indios chichimecas, a mediados del siglo XVI, cuando los españoles que buscaban nuevas tierras, para hacerse prosperar, luego que fueran descubiertas las minas en torno al territorio zacatecano. Así, llegaron al valle de Aguascalientes, que entonces era habitada por poco menos de 9 mil chichimecas. Estos últimos se habían dispersado, en pequeños asentamientos por el territorio.
El incremento en la actividad de esta zona, trajo como consecuencia desabasto de alimentos o otros artículos de primera necesidad. Para traerlos de poblaciones cercanas o para ir a buscarlos, los colonos debían emprender viajes por las carreteras, que no siempre resultaban seguras.
Ya con Gerónimo de Orozco y Rodrigo del Río de Loza a cargo de pacificar a los chichimecas, que eran considerados hostiles y violentos, en 1575 inician las gestiones para consolidar al valle como la Villa de Aguascalientes. Entonces, era conocida como Valle de los Romero o Paso de las Aguas Calientes.
No obstante, el nombramiento de ciudad, sucedería 22 de septiembre de 1824, aunque el documento denominado como “Título de la Fundación de una Villa en el sito de Aguascalientes”, fue emitido por la Sociedad Mexicana de Estadística y Geografía, en 1871.
Tras 447 años de su fundación, Aguascalientes se proyecta ante el resto de la República Mexicana y del mundo, como una tierra que se transforma y se adapta a la modernidad, pero que permanece fiel a sus raíces, a sus tradiciones, a los personajes y los hechos históricos que le convirtieron en lo que es hoy: una auténtica tierra de gente buena, trabajadora y fuerte.