Es común, y más ahora, que en algún momento de tu vida hayas escuchado hablar de la inflación y de que por eso “todo está muy caro”, pero ¿sabes a qué se refieren? ¿Sabes de qué hablamos cuando hablamos de la inflación? Aquí te lo contamos.
Técnicamente, la inflación es “el aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios de una economía en un periodo determinado”, según advierte la organización de análisis económico México, ¿cómo vamos?
En pocas palabras, la inflación es el aumento de precios en los productos del día a día, un aumento que se da en un periodo de tiempo específico y que es consecuencia de diversos factores externos.
Eso afecta y permea directamente en la realidad de todas y todos, ya que, si la inflación aumenta mucho (si los precios suben) el poder adquisitivo de la población (su capacidad de compra) baja y eso puede empeorar su bienestar, o al menos alterarlo.
Por ello, la organización México, ¿cómo vamos? destaca que una inflación controlada puede ser buena, ya que “permite mantener el poder adquisitivo de los individuos al mismo tiempo que incentiva la producción de bienes”.
La inflación es tan amplia que afecta el precio, por ejemplo, de los viajes en avión, los servicios turísticos, la vivienda, la cebolla, el jitomate, el aguacate, el pollo y hasta los aceites, y es por ello que el banco central (Banxico) debe tratar de controlar este fenómeno económico.
¿Por qué sucede?
Son muchos y diversos los factores implícitos en la inflación, pero uno de los más importantes es cuando hay una alta demanda de bienes y servicios, pero la oferta del mercado es poca.
La consecuencia de esa situación es que los precios aumentan. Algo así como lo que sucedió recién inició la pandemia del covid-19 y las personas empezaron a hacer compras de pánico, eso, finalmente, terminó incidiendo en que durante esta crisis sanitaria la inflación fuera creciendo y creciendo.
Otro factor importante es cuando los insumos para producir bienes prioritarios suben de precio; cuando eso sucede, las empresas productoras terminan imponiendo ese costo a los consumidores. Por ejemplo, si sube el precio del petróleo, subirá el precio de los productos derivados de este y eso lo terminan pagando los consumidores finales.