Recientemente, el presidente argentino Javier Milei publicó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) donde, entre otros importantes cambios, está prevista la privatización de las empresas del estado.
Pero ¿qué quiere decir esto? ¿Qué es una privatización? ¿Para qué sirve? ¿Es “bueno” o “malo” privatizar una empresa nacional? ¿Dónde las han usado? Aquí te ayudaremos a resolver esas preguntas.
La política implementada en este nuevo gobierno argentino pretende que las empresas nacionales pasen a manos de la iniciativa privada.
Por ejemplo, en México, algunas de las empresas nacionales son Petróleos Mexicanos (PEMEX) o la Comisión Federal de Electricidad (CFE). La primera se encarga de operar el petróleo para garantizar gasolina y diésel, la segunda, controla el servicio de electricidad.
Si se aplicara lo anunciado por Javier Milei en México, estas dos empresas podrían pasar a manos de la iniciativa privada, y por ello el estado ya no controlaría sus servicios.
¿Qué es la privatización?
La privatización es un concepto económico que implica la reducción del Estado en la economía: menos estado y más mercado. De hecho, por empoderar a la iniciativa privada, las privatizaciones de empresas nacionales suelen relacionarse con políticas enteramente capitalistas.
Por lo anterior, se puede decir que la privatización es opuesta a la nacionalización, que justamente busca empoderar al estado para que este pueda garantizar bienestar a la población, dando escuelas públicas, hospitales, comunicación o movilidad, por mencionar algunos ejemplos.
La privatización da más relevancia a las cúpulas económicas y a los grupos empresariales fuertes, y dispone que el gobierno se encargue de la supervisión de los mercados (que estarán dominados por la iniciativa privada y que por tanto podría implicar menor transparencia).
Si bien la privatización ha funcionado para mejorar algunos servicios, a la par también está el debate de qué servicios deben o pueden privatizarse y cuáles no.
Un claro ejemplo de la privatización lo podemos encontrar en México, cuando en la década de los 90 el gobierno decidió vender Telmex a Carlos Slim, hoy el hombre más rico de México.
La privatización de Teléfonos de México causó un monopolio en este servicio, y por ello hoy por hoy Telmex no tiene una amplia competencia. A la vez, la falta de competencia hace que las compañías monopólicas u oligopólicas puedan poner precios más elevados.