La industria de la moda es una de las más grandes del planeta: se calcula que factura cerca de 1.7 billones de dólares al año.
Pese a su importancia y pese a las estratosféricas ganancias que reportan, en lo general esta industria se sigue negando a pagar salarios justos y, de acuerdo a la organización Fashion Revolution, sigue sin responsabilizarse por las violaciones laborales que cometen sus proveedores de tela, confección y otras materias primas y servicios.
Salarios bajos, jornadas largas, indiferencia ante los abusos laborales en la cadena de suministro y precariedad laboral. Ésta es la realidad detrás de la moda, realidad que pocas personas están dispuestas a discutir y que ha pasado exenta de críticas por su importancia económica.
De acuerdo al Índice de Transparencia de la Moda 2023, marcas como Dolce & Gabbana, Shein, Victoria’s Secret, Chanel, Zara, Versace -y otras más— obtuvieron la puntuación más baja en lo referente a salarios dignos, género y equidad racial, producción y desperdicio, uso químico y deforestación.
Por eso, “la moda es una de las industrias más desiguales del planeta”, advierte el reporte que año con año publica Fashion Revolution.
Por un lado, dice el reporte,“ algunas de las personas más ricas del mundo han amasado sus fortunas multimillonarias en el comercio minorista de moda, que abarca desde la moda rápida hasta el lujo”, pero por el otro, las millones de personas que confeccionan esa ropa, “principalmente mujeres jóvenes de color”, recibe salarios injustos.