Por Joaquín Cruz Lamas
Se dice que la cocina es una forma de cultura, mas no de arte. No hay como tal una autoridad suprema o un canon riguroso que sea quien determine qué sí es arte y qué no. En última instancia, es el consenso de muchas personas y cierta trascendencia lo que hacen que terminemos por considerar algo como arte. En el caso de la cocina, ciertamente la consideramos como una manifestación cultural de los pueblos; es por ello que hablamos de comida propia de cada país y región. Sin embargo, es raro oír que a ésta se le considere una forma de arte. ¿Por qué será así? ¿Por qué será que no nos referimos a la comida como una expresión artística de manera consuetudinaria? ¿Será quizá porque creemos que el arte es algo especial, algo que está reservado para un espacio único como un museo o un teatro? La comida, en cambio, la vemos todos los días, tres veces al día, si somos afortunados, y no pensamos realmente en ella; la damos por sentado completamente.
Quizá una de las razones es que no solemos pensar en la comida en términos de autoría individual. Vemos un cuadro y pensamos cosas como: “Claro, este claroscuro es típicamente de Caravaggio.” Curiosamente no pensamos en la comida como medio de expresión de la individualidad del artista cuando la realidad nos dice todo lo contrario. Uno puede identificar la autoría en la cocina también: la comida de mamá, la receta de la abuela o del tío, la carne asada de papá, etc. Será quizá que nunca vemos esas obras expuestas en un museo. ¿Por qué no? Porque nos las comemos. Son obras perecederas. Bueno, a eso podemos responder que también las artes performativas como la música, la danza y el teatro son en cierta medida perecederas. Suceden una vez y ya está, ninguna interpretación es igual a otra; aquéllas tienen libretos y la cocina tiene recetas… no sé cuál es la diferencia.
Sor Juana decía que, si Aristóteles hubiera cocinado, quizá su pensamiento habría sido distinto. Yo pienso lo mismo. En fin. Para mí la cocina sí que puede ser una forma de arte por la sencilla razón de que hace lo mismo que toda gran obra de arte: establece un vínculo íntimo entre el artista y el espectador. Se trata, en última instancia de compartir y comunicar. Al igual que nuestro mejor arte, logra crear comunidad.
“Sor Juana decía que, si Aristóteles hubiera cocinado, quizá su pensamiento habría sido distinto. Yo pienso lo mismo.”
Joaquín Cruz Lamas