En un laboratorio de la Universidad de Cornell, Nueva York, un grupo de científicos ha logrado desarrollar un robot controlado no por sistemas computacionales tradicionales, sino por la actividad eléctrica de un hongo, un avance que parecía extraído de una novela de ciencia ficción. Este avance marca un hito en la robótica biohíbrida, un campo que fusiona materiales biológicos con componentes mecánicos para crear sistemas semi-vivos capaces de moverse y reaccionar a su entorno.
Utilizando el Pleurotus eryngii, conocido como hongo ostra rey, los investigadores lograron controlar el movimiento del robot a través de las señales eléctricas generadas por las raíces del hongo, llamadas micelio.
El micelio, al actuar como una red de comunicación similar a las neuronas en el cerebro, permitió que el robot no solo se desplazara, sino que también reaccionara a estímulos externos como la luz ultravioleta. El equipo, liderado por el profesor Robert Shepherd, publicó sus hallazgos en Science Robotics, y destacó que estas innovaciones podrían revolucionar campos como la agricultura y la exploración marina.
El equipo, dirigido por Robert Shepherd, profesor de ingeniería mecánica y aeroespacial en Cornell, buscaba aprovechar las habilidades naturales del micelio, que actúa como una red de comunicación entre organismos bajo la tierra. “Queríamos encontrar componentes biológicos que pudieran mejorar el rendimiento de nuestros sistemas artificiales”, señaló Shepherd. El proyecto, cuyo objetivo inicial era simple: crear un robot que pudiera moverse, terminó por revelar un sistema de control biológico altamente efectivo.
Este avance fusiona lo orgánico con lo mecánico, lo que plantea nuevas preguntas sobre los límites entre lo vivo y lo artificial. Anand Mishra, coautor del estudio, explicó las dificultades técnicas detrás de la integración del micelio con los componentes electrónicos del robot, y subrayó el potencial de estos sistemas para mejorar la eficiencia en múltiples industrias.
Sin embargo, algunos expertos han expresado preocupaciones sobre el impacto ecológico de estos robots biohíbridos si se despliegan a gran escala. A pesar de los desafíos, este desarrollo representa un avance significativo en la integración de biología y tecnología, acercándonos a un futuro donde las fronteras entre lo vivo y lo artificial se desdibujan.