Nota Web | Julio | 2022
Por Joaquín Cruz Lamas
Padezco de miopía, lo cual significa, en otras palabras, que veo borroso de lejos. Tal es el caso de millones de personas en el mundo, incluyendo varios artistas. Muchas veces, caminando por museos y galerías de arte, veía los cuadros de los pintores impresionistas y me parecía que se habían inspirado en la forma en que los miopes vemos el mundo cuando no usamos lentes. A mí me habían enseñado que, de hecho, la técnica de los impresionistas más bien busca ofrecer una visión alternativa al realismo. Se enfocaban en los colores y la luz más que en la definición de las formas de sus obras. Esto se debía, entre otras cosas, a que con la llegada de la fotografía, a finales del siglo XIX, los artistas comenzaron a explorar alternativas al simple hecho de copiar con realismo lo que se percibe.
Joseph Mallord William Turner no se parece a los estereotípicos artistas impresionistas (como Monet, Manet, Renoir y Degas). Sus paisajes entran más bien en la categoría estética del romanticismo que se denomina “lo sublime”, que se refiere a objetos, lugares y situaciones en que las emociones son exaltadas debido a la grandeza de lo que se contempla. Tales emociones pueden ser de asombro, fascinación e incluso temor. Esta última, de hecho, es una de las emociones más fuertes de lo sublime. Objetos que pueden ser sublimes son, por ejemplo, una montaña, un bosque que parece infinito, el mar, el espacio, el cielo o una tormenta. Quisiera detenerme en la tormenta, puesto que Turner les dedicó bastante tiempo a estos fenómenos meteorológicos. Uno de sus cuadros, de título “Lluvia, vapor y velocidad. El gran ferrocarril de Oeste”, y que se encuentra en la Galería Nacional de Londres, justamente remite a ello.
Una anécdota de la vida Turner relata que él tomaba inspiración para sus cuadros, sacando la cabeza por la ventana de los trenes en que viajaba mientras llovía. La obra en cuestión parece sugerir tal experiencia. En ella, las formas se confunden en una amalgama de colores y luces. Precisamente los ingleses llaman a Turner “the painter of light” (el pintor de la luz), haciendo referencia a su estilo. Yo siempre pensé que la principal inspiración de Turner era la experiencia sublime de las tormentas, así como la fascinación por el fenómeno de la luz, hasta que hace poco un amigo me contó que el autor, además, probablemente se estaba quedando miope. Ahora todo tenía sentido. Los miopes vemos el mundo un poco como Turner, en una especie de confusión de formas donde lo más claro es la luz. Quizá ahora vea los cuadros de Turner con otros ojos, en más de un sentido.