Por Katya J. Orozco Barba
¿Cómo afrontar la violencia? Quizá no luchando contra ella sino comprendiendo. ¿Cómo enfrentarse a la oscuridad? No se expulsa la oscuridad de una habitación con una escoba, sino encendiendo la luz; entre más se lucha, más se fatiga, pero cuando se enciende la luz de la conciencia, la oscuridad desaparece.
Este diálogo no tiene la intención ni se trata de hacer una apología de la violencia en general ni en casos particulares, sino que es una invitación a escuchar e intentar comprender el motivo individual o colectivo que hay detrás de un acto de violencia.
Ya varios filósofos, psicólogos, antropólogos y escritores de literatura universal, como Dostoievsky, Spinoza, Durkheim, Marx, Viktor Frankl, Freud y Engels, entre muchos otros, refieren a condiciones en que es posible mirar las experiencias de la violencia mucho más allá de una mera instrumentalización morbosa.
Si a algo se alude constantemente en la sociedad contemporánea, es a la violencia; las interpretaciones actuales sobre la violencia han dejado de considerar otros aspectos que también le son propios y solo se ha reducido a hechos negativos.
Cuando se piensa que la violencia es negativa en sí misma y que ésta debe ser erradicada, que es un medio o un instrumento exclusivo de abuso, se olvida que en múltiples acontecimientos de la historia ha sido un recurso creador; por ejemplo, la justicia de Jesús con los mercaderes del templo, las guerras de Cartago o hasta las revoluciones de nuestra época.
¿Qué es la violencia, según la RAE?
Se define como la acción violenta o contra el natural modo de proceder.
Dejando de lado por ahora lo “natural,” lo cierto es que la violencia está implicada en todo acto humano que produzca la transformación del medio en que vive.
El ser humano transforma la naturaleza que lo rodea, pero también transforma a los demás seres humanos que se relacionan con él en el trabajo, en los procesos de enseñanza, en la comunidad, a través de las palabras, en las convivencias, etc. En otras palabras, la violencia también es un recurso para transformar algo, pues, para transformar, es necesario poner acción en el medio natural de éste para ejercer una nueva organización.
La violencia no está vaciada de significación. Vista de este modo, la violencia no sería el resultado de un desborde de pasiones mal administradas, sino que su aparición o recurrencia revelaría la existencia de un significado que quizá no se ha logrado escuchar y que opera en un nivel simbólico.
Para ilustrar lo anterior, imagine la escena en la que se le pregunta a un niño: “¿por qué golpeaste a tu hermano?” El niño probablemente mencionará la razón o el motivo de dicha agresión; quizá fue una reacción instintiva o fue el único medio de expresión aprendido en su entorno. ¿No considera usted que sería muy poco congruente golpear al niño para enseñarle que no se debe golpear?
Intentar comprender el significado de la acción conlleva a la búsqueda de la solución en otra vía, así también ofrecerle recursos de expresión le dará alternativas de vivir una experiencia de modos diferentes.
Ahora bien, si el niño no logra comprender o articular el motivo con su acción, es aquí donde hace uso de la expresión creativa. Si se intenta comprender el motivo de la acción, quizá por la vía más olvidada, pero posiblemente la más eficaz: la escucha y el diálogo.
Regresando al ejemplo del niño, quizá no era la intención causar un daño a su hermano, sólo a través de la escucha es donde la persona, en este caso los padres, podrán legitimar o no su acción.
Si, de lo contrario, no se le ofrece un espacio al niño, adolescente o adulto donde poder expresar aquel deseo o motivación, intentando reprimir la agresividad y no canalizar, sería, en términos coloquiales, “posponer la explosión de una bomba.”
No es una información nueva; sin embargo, es muy valioso recordar, en estos tiempos de confinamiento, donde se limitan las expresiones físicas a través del deporte, el juego o el movimiento, utilizar el recurso del arte para la expresión y reelaboración de experiencias.
Esta sutil pero trascendental perspectiva invita entonces a escuchar lo que motiva la violencia dentro de los propios contextos familiares y sociales a través del recurso de la escucha y del diálogo.
Para ello, es necesario infundir en la cultura de los seres humanos una escucha activa y surcar nuevos espacios en donde depositar la capacidad creadora y expresiva que todo ser humano posee.
Referencias
Isaiah Berlin, en George Sorel, Reflexiones sobre la violencia, prefacio, Madrid, Alianza Editorial, 2005, p.11.
Jiménez, M. A. (Ed.). (2007). Subversión de la violencia. Unam.
Estrada-Barahona, C. O. (2006). Formas de estar con la violencia. La violencia como factor de estructuración social.
“Es necesario infundir en la cultura de los seres humanos una escucha activa y surcar nuevos espacios en donde depositar la capacidad creadora y expresiva que todo ser humano posee.”
Katya J. Orozco Barba