No conforme con Tesla y “X” (antes llamada Twitter), Elon Musk también tiene la compañía SpaceX, que recientemente lanzó al espacio el cohete más grande jamás construido en la historia de la humanidad. El cohete explotó, pero logró, parcialmente, su misión.
El fin de semana pasado, SpaceX lanzó el cohete más potente conocido hasta ahora. Se trata del Starship.
Aunque la explosión de dicho cohete puede interpretarse como un fracaso, en realidad, los dos módulos que llevaba se separaron con éxito antes de que una «anomalía» provocara la explosión.
El módulo Starship, colocado en la cima del cohete, se separó con éxito del módulo propulsor Super Heavy, pero las dos partes del cohete explotaron antes de comenzar su descenso programado, según SpaceX.
En otras palabras, los módulos lograron separarse a tiempo, lo cual ya es un gran avance, sin embargo, terminaron destruyéndose antes de su regreso.
Ya antes la compañía del magnate había intentado hacer funcionar al Starship, pero también sin éxito.
Fue el 20 de abril, cuando Starship despegó por primera vez. Tuvo diversos problemas. Varios motores no funcionaron y SpaceX hizo estallar, a propósito, el cohete tan sólo cuatro minutos después.
El Starship es gigante porque se planea que con este se logre instalar una base en la luna o en Marte, y con ello se pretende llevar muchas cargas para poder lograrlo.