Desde el 2019, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) publicó un artículo donde ya advertía de lo que muchas y muchos todavía desconocían en ese entonces: la baja calidad de las grandes marcas de fast fashion y sus esquemas de precarización laboral en su producción.
Dicha industria es actualmente una de las más fuertes del mundo, sin embargo, la Profeco expuso en su artículo “Fast Fashion, la moda desechable”, que la ropa de esta naturaleza empieza a presentar daños desde los primeros cuatro meses de uso.
Por un lado, al tratarse de ropa más accesible, esta suele adquirirse mucho y eso, por otro lado, termina impactando en el medio ambiente, ya que las prendas terminan siendo basura a los pocos meses de uso.
Algunas de las marcas que la Profeco exhibió por su mala calidad y por pertenecer a la industria del fast fashion fueron:
- Zara
- C&A
- Pull and Bear
- Bershka
- Forever 21
- H&M
- GAP
- Shein
- Guess
- Massimo Dutti
- Oysho
- Stradivarius
- Victoria’s Secret
Estas marcas, advirtió la Profeco: “utilizan en su mayoría fibras sintéticas derivadas del petróleo como el poliéster, el nylon, el rayón, o el acrílico. Siendo estos los mismos polímeros con los que se hacen los envases desechables”.
Además, también señaló que las industrias del fast fashion abusan de mano de obra barata para su producción.
De acuerdo a la escritora y periodista Dana Thomas, autora del libro Fashionopolis: the price of fast fashion and the future of clothes, “si una prenda de vestir te cuesta 19.99 dólares, eso significa que a la persona que lo elaboró le pagaron 19 centavos de dólar”.
La desigualdad en esta industria es abismal: Amancio Ortega Gaona, el dueño de Inditex (Zara), por ejemplo, es uno de los hombres más ricos del planeta, no obstante, a las productoras de fast fashion, por su precariedad, se les han relacionado con esquemas esclavistas.