Por Anaisa González Orozco
El cáncer es una enfermedad crónica caracterizada por un crecimiento celular no controlado a causa de cambios en el código genético. Una de las formas en que se manifiesta esta enfermedad es el cáncer de mamá, uno de los cánceres de mayor incidencia a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año se detectan 1.38 millones de nuevos casos.
Considerando que este cáncer se puede detectar fácilmente en etapas tempranas, es importante promover la autoexploración mamaria, pues es el primer paso para tomar conciencia de esta enfermedad. Por esta razón, octubre es el “Mes de sensibilización sobre el cáncer de mama”, en especial el 19 de octubre, en que se conmemora el “Día Internacional contra el cáncer de mama”.
La fisioterapia va muy bien de la mano con otros tratamientos médicos ante cualquier enfermedad y no es la excepción cuando se trata de algún tipo de cáncer. A grandes rasgos, la fisioterapia previene y trata las posibles complicaciones, además mantiene las mejorías obtenidas.
Dependiendo de la etapa en que se encuentre el paciente, es posible adaptar la rehabilitación física de acuerdo con sus necesidades. Para ello, se toma en consideración el estado del cáncer, si se requiere cirugía o no, la edad, condición física, estilo de vida, nutrición, entre otros factores. Todo se enfoca de manera individualizada y específica para cada persona. Así, la intervención fisioterapéutica en el cáncer de mama se puede realizar durante las siguientes etapas:
- Radioterapia
- Antes y después de la cirugía
- Quimioterapia
- Linfedema
- Posterior al alta hospitalaria
- Mama fantasma
Me gustaría referirme de manera particular a alguna de estas etapas en que la fisioterapia participar para mejorar la salud de las personas que padecen cáncer de mama.
Después de la masectomía, existe la posibilidad de que aparezca el síndrome de mama fantasma, que es la percepción de dolor en la zona mamaria que fue retirada por cirugía, debido a un daño causado en los nervios de esa zona. La fisioterapia trabaja con la conciencia corporal y la concientización para erradicar estos síntomas.
Por otro lado, el linfedema es una complicación característica posterior a una masectomía. Se manifiesta como una hinchazón del brazo del lado afectado. Este padecimiento requiere vigilancia constante para evitar que se agrave. Aparece como consecuencia de la extirpación o daño de los ganglios linfáticos, ya que se obstruye el sistema linfático y se acumula en dicha zona.
En la fisioterapia, existen muchas técnicas para la prevención y control del linfedema, entre ellas se encuentra el drenaje linfático manual, terapia de compresión por medio de vendaje y ejercicios de movilización.
El ejercicio físico como tratamiento fisioterapéutico en oncología debe ser controlado y guiado por un fisioterapeuta, quien se encargará de desarrollar un plan de actividades, con el objetivo de disminuir los efectos secundarios causados por quimioterapia y/o radioterapia. Incluso, la fisioterapia, bajo ciertas especificaciones y precauciones necesarias, es recomendada durante el tratamiento médico.
Es vital aprender a conocer nuestro cuerpo, pues es la mejor manera de detectar aquello que no está bien. Por ello, debes practicar la autoexploración de forma regular, tanto visual como físicamente. Además, es necesario estar al pendiente de la forma, textura y consistencia de toda la zona mamaria, ya que es una actividad importantísima y que complementa el examen médico.
Te recomiendo que comiences a autoexplorarte a una edad temprana, pues de esa manera desarrollarás una mayor sensibilidad en tus manos, lo que te permitirá detectar con mayor facilidad cualquier anomalía.
La fisioterapia va muy bien de la mano con otros tratamientos médicos ante cualquier enfermedad y no es la excepción cuando se trata de algún tipo de cáncer.