(Insights/International)
La semana pasada Francia dio un paso histórico: reconoció al aborto dentro de su Constitución, algo que ningún país había hecho antes y que es resultado de una lucha desde los feminismos.
Entre aplausos que llenaron la plaza Vendome, de París, el ministro de Justicia francés, Eric Dupond-Moretti, empleó una imprenta del siglo XIX para sellar el nuevo derecho en la Constitución.
Con este hecho Francia se convirtió en el primer país del mundo que garantiza explícitamente el derecho al aborto en su Carta Magna.
Si bien en América todavía existe renuencia a la despenalización del aborto, la realidad es que en la mayor parte de Europa ya se tienen legislaciones a favor de la legalización del aborto.
Esto se da, entre otros factores, porque se aborda el tema desde una perspectiva de salud pública, y no se aborda desde una perspectiva religiosa o política.
El caso de Francia resulta sumamente particular, pues las y los legisladores sacaron adelante la enmienda constitucional con 780 votos a favor y 72 en contra. Pese a lo que se podría pensar, la propuesta para incluir el derecho en la Constitución francesa incluso fue respaldada por legisladores de derecha y ultraderecha.
Luego de que se diera a conocer de este nuevo derecho, el presidente de Francia, Emmanuel Macron se pronunció no sólamente a favor de la despenalización del aborto desde la vía Constitucional, sino que también declaró que espera que después se logre reconocer así en todos los países que integran la Unión Europea.
“Deseo que la libertad de interrupción voluntaria del embarazo se consagre en la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE. Porque hoy, en Europa, nada puede darse por sentado y todo debe defenderse”, dijo el mandatario.
Y celebrando la aprobación, agregó: “no es el final de la historia, es el comienzo de una pelea”.