Conscientes de la necesidad de un nuevo equilibrio global que funcione como contrapeso al Occidente del mundo, China y Rusia recientemente fortalecieron sus relaciones.
Lo anterior con la intención de lograr una contraparte a Estados Unidos y sus aliados del G-7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y EUA), que conforman una organización internacional de las economías más industrializadas del mundo.
Las razones
El fortalecimiento de la relación entre los gobiernos de Oriente surgió como respuesta a las sanciones económicas derivadas de la invasión de Rusia a Ucrania, así como de las políticas que aislaron tecnológicamente a Beijing, la famosa “Ley de CHIPS”.
Por ello, la alianza llamada BRICS conformada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica ya anunció su primera expansión: los países que se unirán son Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía y Argentina.
Coincide que la mayoría de esas naciones tienen un común denominador con Rusia y China: están enemistados con EUA y son de los mayores productores de petróleo, el “oro negro” de nuestro mundo.
Con la inclusión de estos países a la BRICS, la alianza, en números, representa lo siguiente:
- 29.3% del Producto Interno Bruto (PIB) Mundial
- 46% de la población mundial (casi la mitad)
- 43.1% de la producción petrolera