Aunque la construcción de parques y zonas verdes en las ciudades es una política que todos los países y estados deben considerar de manera urgente, estos cambios en las urbes también tienen consecuencias que impactan más bien desde el punto de vista socioeconómico.
De eso se trata el término “gentrificación verde”, que poco a poco se ha ganado un lugar en las discusiones de políticas públicas medioambientales y económicas.
¿Qué es la gentrificación verde?
Este nuevo término implica que a medida que los proyectos de conservación ambiental (como parques o nuevas zonas verdes) agregan valor al entorno urbano, los grupos marginados o más pobres son empujados fuera de sus entornos por los cambios en las condiciones de habitabilidad.
Además de esto, este tipo de gentrificación también implica que, por el mismo desplazamiento de los grupos socioeconómicos vulnerables, son estas personas -las que viven en condiciones de pobreza- las que menos tienen acceso a los beneficios que estos espacios pueden dar.
Fue una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona la que puso sobre la mesa el debate de la gentrificación verde.
En el estudio se sostiene que los procesos a través de los cuales se apuesta por la recuperación de espacios verdes no beneficia a todas y todos los ciudadanos por igual.
La recuperación de espacios verdes termina por dar plusvalía a la zona donde se está haciendo y eso provoca que las personas con mayor poder adquisitivo lleguen ahí. Eso hace que el precio de las viviendas de ahí aumenten y desplaza a quienes no pueden pagar los nuevos precios.
Finalmente, la investigación plantea que las ciudades más verdes terminan por hacerse más desigualitarias e injustas, concentrando a las poblaciones más ricas y desplazando a las más pobres.
Eso no quiere decir que esté mal recuperar espacios verdes, sino que más bien se debe replantear cómo se recuperan espacios verdes, haciéndolo de manera general para toda la población y no para unos cuantos.