El uso de la inteligencia artificial (IA) se ha vuelto cada vez más común y accesible para millones de personas en todo el mundo. Herramientas como ChatGPT, asistentes virtuales, algoritmos de recomendación y motores de búsqueda inteligentes se han integrado de manera significativa en nuestras vidas cotidianas, ayudándonos a realizar tareas de manera más eficiente y rápida. Sin embargo, mientras estas tecnologías prometen hacer nuestras vidas más fáciles, su impacto ambiental está comenzando a ser una preocupación creciente entre expertos en sostenibilidad.
Según estudios recientes, las máquinas que alimentan estas inteligencias artificiales no solo son responsables de un alto consumo de energía, sino que también requieren grandes cantidades de agua para mantenerse en funcionamiento. Estos recursos se utilizan en los sistemas de refrigeración necesarios para evitar el sobrecalentamiento de los servidores que procesan los complejos algoritmos de IA.
Sasha Luccioni, investigadora del área de impacto ambiental de las tecnologías emergentes, explica en su estudio que el uso de sistemas como ChatGPT implica un gasto energético significativamente mayor en comparación con servicios tradicionales como los motores de búsqueda. Luccioni menciona que realizar una consulta en ChatGPT consume 30 veces más energía que la misma consulta hecha en un buscador como Google.
Asimismo, detalló que los motores de búsqueda extraen información, mientras que la IA generativa crea nueva, lo que requiere una mayor cantidad de energía, lo que se podría traducir en acelerar la crisis climática.
En el caso del consumo del agua, se maneja de la siguiente forma: por cada 50 consultas se gasta medio litro de agua. Lo que nos lleva al consumo de miles de litros al día.
Ante este panorama, Luccioni detalló que es fundamental adoptar un enfoque más responsable en la implementación de la IA en las empresas. Claro está que no se trata en rechazar la tecnología, sino en generar un balance entre la innovación y la sostenibilidad.