En los últimos años hemos visto cambios históricos en el mercado laboral; por ejemplo, se logró la reforma de las “vacaciones dignas”, con las cuales se pactaron más días de vacaciones por ley, o también van cinco años en los que el salario mínimo aumenta.
Sin embargo, todos estos cambios, aunque son un gran avance, no aplican para todas y para todos. Por ejemplo, no aplican para aquellas personas que trabajan en la informalidad laboral.
Es decir, alguien que no trabaja bajo un contrato formal no puede exigir, por ley, las “vacaciones dignas” o, en el peor de los casos, no puede exigir un mínimo de salario.
Pero, entonces ¿qué es la informalidad laboral? ¿Por qué se dice que sigue siendo el cáncer de la economía mexicana?
Técnicamente, la informalidad laboral es la proporción de personas ocupadas (trabajadoras) cuyo vínculo laboral no es reconocido por su fuente de trabajo. Y eso tiene consecuencias graves.
¿Por qué nos importa?
Según la organización México, ¿cómo vamos? “Un empleo informal, además de carecer de seguridad social, como el acceso a los servicios de salud tan necesarios en una pandemia, está asociado también a una menor percepción de ingresos”.
Esa es la razón por la que nos debe importar, porque no solamente afecta a los derechos de las personas, sino que les impide tener mejores ingresos para vivir. La informalidad laboral es, ante todo, la puerta a la pobreza laboral.
Actualmente el 51.3% de la población tiene un empleo informal. En otras palabras, podemos decir que cinco de cada diez personas que trabajan no tienen acceso a sus derechos laborales.
Por ello, se plantea que para mejorar esta realidad la informalidad laboral debería bajar, al menos, al 25%.