Por Óscar A. González Viscencio
“La realidad siempre supera a la ficción” es una frase que en muchas ocasiones parece exagerada o burda; sin embargo, al estar leyendo las noticias sobre lo que sucede en Wall Street a propósito de las acciones de GameStop y la no disponibilidad para su compra a través de la plataforma Robinhood, no pude evitar que viniera a mi memoria aquella escena del episodio I de Star Wars: La Amenaza Fantasma. En cierto momento, el poderosísimo Darth Sidious, al abrigo de la figura de Palpatine, ordena a Nute Gunray, Virrey de la Federación de Comercio, a hacer un fuerte bloqueo comercial sobre Naboo. Ante esta situación, este último pregunta “¿Es esto legal?”, a lo que el villano responde “Yo lo haré legal”.
Para comprender la gravedad que supone el bloqueo a la compra de acciones de GameStop en la plataforma Robinhood es necesario conocer unos pocos conceptos básicos, así como algunos eventos del pasado y, sobre todo, ciertas relaciones comerciales.
Primeramente, es importante precisar en qué consiste una venta en corto (short selling) en el ámbito de la bolsa. Este es el nombre que recibe el acto por el cual se toma en préstamo una acción de una determinada empresa en la bolsa de valores para devolverla al dueño original en un plazo posterior.
Vale la pena ilustrar esta dinámica a partir de un ejemplo que no esté relacionado con los mercados. Imaginemos que Luis toma, a modo de préstamo, una bolsa de dinero que le pertenece a Pedro, bajo la promesa y obligación de regresársela después de dos años; sin embargo, el contenido de esta bolsa de dinero dependerá de lo que digan otras personas. Por ejemplo, cuando Luis tomó la bolsa, los externos pudieron afirmar que el contenido de la bolsa ascendía a 2 mil pesos, pero si al cabo de dos años —es decir, el plazo en el que tiene que regresarla— estos mismos externos señalan que en el interior de la bolsa solo debe haber mil pesos, entonces Luis podría quedarse con los mil pesos adicionales que originalmente había en la bolsa. Por otro lado, si los externos dicen que debe haber 5 mil pesos en la bolsa al momento en que debe regresarse, entonces Pedro no solo recuperaría los 2 mil pesos que se encontraban en la bolsa en un primer momento, sino que obtendría una ganancia de 3 mil pesos, mientras que Luis tendría una importante pérdida de 5 mil pesos.
Esta dinámica funciona exactamente igual en la bolsa. Un inversionista toma una acción con un valor de $200 dólares hoy y decide vender en corto en 3 meses. Si después de los 3 meses la acción tiene un valor de $150, el inversionista habrá ganado $50 y la empresa habrá perdido $50. Evidentemente, será necesario realizar algunos otros pagos, derivados del manejo de acciones, como los costos del préstamo y las comisiones por las ventas. Entendido lo anterior, continuemos con nuestra historia principal.
Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana… el malvado fondo de inversionistas Melvin Capital Management decidió realizar una venta masiva en corto contra la empresa GameStop por un monto que incluso superaba el valor total de las acciones de la muy querida y representativa tienda de retail dedicada a atender a la población de la Ñoñósfera. De hecho, esta empresa venía cayendo estrepitosamente durante los últimos 10 años y, hasta hace unos meses, apenas daba ligeras señales de vida. Ante estos acontecimientos, un grupo de nerdos rebeldes, coordinados a través del subreddit WallStreetbets, reaccionaron con compras multitudinarias de acciones mediante aplicaciones de correduría de bolsa, principalmente en la plataforma Robinhood. Todo esto provocó que el costo de las acciones de GameStop se disparara de $4 dólares a un pico récord de $483, lo que significó que Melvin Capital y otros inversionistas tuvieran pérdidas por más de 7 mil millones de dólares.
En este punto, todo parecía indicar una clara victoria de los rebeldes, pues incluso lograron que muchos fondos de inversionistas comenzaran a retirar sus posiciones en corto y asumir pérdidas de cientos de millones de dólares; sin embargo, nuestro Sheev Palpatine, a.k.a Darth Sidious, estaría a punto de entrar en acción. Me refiero a Ken Griffin, el multimillonario dueño de Citadel Securities, una empresa que funge como fuente de ingresos clave para la plataforma Robinhood.
Durante estos días, por medio de otra empresa del Grupo Citadel, Griffin proporcionó un enorme fondo de cobertura de más de 2 mil millones de dólares al malvado Melvin Capital Management. Así, se vio involucrado de manera directa en la apuesta de las posiciones en corto de GameStop. Ahora bien, resulta muy llamativo los análisis que surgieron de manera posterior al involucramiento de lleno de Griffin, pues Robinhood —una empresa que depende financieramente de este personaje— y otras aplicaciones decidieron bloquear la venta de las acciones no solo de GameStop, sino también de otros 12 instrumentos que pasaban por un fenómeno muy similar y que implicaban enormes riesgos de pérdidas para Ken Griffin.
Estos hechos claramente deben interpretarse como una manipulación de mercado, cuyas consecuencias se tradujeron en una desaceleración en tiempo récord de los precios de las acciones. A manera de contraataque, los nerdos rebeldes que se agruparon bajo el nombre de WallStreetbets decidieron utilizar un arma que en la actualidad ha adquirido un poder incalculable: la cancelación por medio de la opinión pública. Para ello, acudieron cientos, luego en miles y finalmente decenas de miles a valorar de la peor manera posible a Robinhood en la tienda de aplicaciones Play Store. Con lo que no contaban los rebeldes es que no existe nada más potente que las relaciones comerciales, pues Google retiró más de 100 mil evaluaciones negativas a la aplicación de correduría.
En este momento de la historia muchos rebeldes han caído en la batalla, congelados y sin poder hacer más que ver diluida su inversión. Mientras que Vlad Tenev, copresidente ejecutivo de Robinhood, cuyo papel en esta historia es muy similar al de Nute Gunray en la Amenaza fantasma, ha salido por todos los medios a extender versiones sobre cómo las medidas de la empresa son en beneficio de sus accionistas y en ningún caso como una respuesta a una presión externa o a un bloqueo premeditado para beneficiar a alguien.
Lo cierto es que, en nuestra realidad, la que va más allá de la narrativa fantástica, ni todos los movimientos de bloqueo tienen una intención de “perjudicar a los desvalidos”, ni todos los “nerdos rebeldes” tenían la única intención de castigar a los grandes grupos de inversionistas por un movimiento que ellos han calificado como desleal. En este sentido hay que recordar que muchos de ellos entraron para conseguir ganancias y lo lograron.
Simplemente, es que este escenario de venta masiva en —que no es único, que se ha dado antes y que se seguirá dando en el futuro— se presta fácilmente a la interpretación de héroes y villanos, principalmente porque la venta en corto ha sido catalogada por muchos expertos como una práctica poco ética y que es propensa a la especulación desmedida, en virtud de que pone en riesgo la integridad de los mercados. Desde el inicio del confinamiento por la pandemia, por ejemplo, países como España, Portugal, Francia Corea del Sur, Bélgica, entre otros, han aplicado prohibiciones a los movimientos en corto, pues consideraron que a pesar de las regulaciones que puedan existir, estas dinámicas generan conjeturas e inercias que no resultarían benéficas para la mayoría en una situación tan apremiante como la que vivimos.
Por otra parte, es cierto que los movimientos de Ken Griffin deberían someterse a una revisión por parte de las autoridades americanas, pues —insisto— claramente son susceptibles de una sospechosísima manipulación de mercado. En otras palabras, cuando un animal huele a vaca, tiene forma de vaca, pesa lo que una vaca, se mueve como una vaca, muge y da leche, lo más probable es que se trate de una vaca; sin embargo, siempre será importante realizar los procedimientos que comprueben la existencia de la vaca y que se deslinden las responsabilidades de la correspondiente aparición de este animal.
Finalmente, habrá que seguir pendientes de lo que suceda en el futuro en los mercados, pues es cierto que los pequeños inversionistas desde el año pasado han crecido de forma exponencial en número, por lo que ahora serán mucho más vocales y, sin lugar a duda, su poder ha crecido gracias a que se han organizado, aunque como ha quedado claro, aún no resulta del todo relevante en comparación con los grandes fondos de inversión.