Por Natalia Torres Pérez
La comida que ingerimos puede activar o desactivar la inflamación en nuestro cuerpo. Resulta ser que la mayoría de las enfermedades crónicas – el ochenta por ciento de ellas – se vinculan con la inflamación, tales como obesidad, DM2, cáncer, asma, enfermedad de Alzheimer, enfermedades del corazón, infertilidad, déficit de atención, depresión y esclerosis. Es importante entender cómo la nutrición afecta nuestra expresión genética. ¿Por qué ganamos peso? ¿Por qué nos enfermamos? ¿Por qué envejecemos más rápido? Todo esto se debe a los niveles elevados de inflamación.
Entre los eventos que activan la respuesta inflamatoria, destacan la dieta, la invasión microbiana, la ingesta de tóxicos y las lesiones físicas. Es necesario mantener la inflamación en una zona media; si ésta es muy baja, los microbios nos atacarán, pero, si es muy alta y sostenida, comienza a atacar nuestro propio cuerpo.
La inflamación pasa por tres fases:
- Evento inicial.
- Respuesta inflamatoria – destrucción celular.
- Respuesta resoluta – rejuvenecimiento celular.
Lo preocupante es que la inflamación celular está por debajo de la precepción del dolor; no se siente, pero continúa por años hasta que crea tanto daño al organismo que surge la enfermedad crónica, existiendo un desacuerdo entre la respuesta inflamatoria y la resoluta.
El primer medicamento con que contamos para lograr estar saludables es nuestra dieta. La dieta tiene la capacidad de modificar respuestas hormonales y la manera en que éstas activan o desactivan genes inflamatorios.
Los ácidos grasos omega-3 son antiinflamatorios; están en el pescado y aceite de pescado. Los polifenoles – químicos que proveen las frutas y vegetales de color – también reducen la inflamación.
Los ácidos grasos omega-6 activan la cascada inflamatoria; están en el aceite de maíz, la soya, el cártamo y el girasol. Las grasas saturadas y el exceso de carbohidratos también pueden tener dichos efectos en el cuerpo.
“La dieta tiene la capacidad de modificar respuestas hormonales y la manera en que éstas activan o desactivan genes inflamatorios.”
Natalia Torres Pérez