Por Joaquín Cruz Lamas
¿Cuál es la diferencia entre una pintura y una fotografía? A primera vista, parece que la fotografía es más realista, pero ¿a qué nos referimos con eso? La pintura puede ser sumamente realista también, incluso más que la fotografía. Quizá la diferencia principal está en el modo en que la pintura tiende a tratar a sus sujetos. Si un día vamos a un museo o galería, nos daremos cuenta de que las personas retratadas aparecen en muchas ocasiones hieráticas y solemnes. Es raro ver a alguien posando con una sonrisa en un cuadro antes del siglo XX. Los artistas, además, la daban una ayudadita a sus modelos. Lo que muchos cuadros nos presentan, más que una representación fiel de la persona en cuestión es una idealización del sujeto. El historiador Kenneth Clark lo dice muy bien en su serie “Civilisation”: los artistas de antaño nos presentan a los personajes bíblicos como si los interpretaran actores de Hollywood, con la notable excepción de dos autores: Caravaggio y Rembrandt.
En la Galería Nacional de Londres hay varios cuadros del gran Rembrandt, los que más me llaman la atención son sus retratos. Uno de ellos, en particular, es bastante interesante: el retrato de Margaretha de Geer. Este pertenece a un binomio, su otra parte es el retrato del esposo de la señora, Jacob Trip. En el retrato de Margaretha, vemos a la persona sentada de frente, mirando al espectador. Rembrandt no hizo ningún esfuerzo por ocultar la edad de su cliente, vemos su rostro lleno de arrugas y su mirada cansada. Nos hablan de una mujer con años de experiencia y arduo trabajo detrás de sí. Otros artistas habrían hecho un esfuerzo por maquillar un poco a sus sujetos, Rembrandt no. Además, hay una cosa que no vemos.
Tradicionalmente, estos cuadros de parejas de esposos se colocaban poniendo al marido del lado izquierdo y a la mujer del lado derecho. Esto simbolizaba que la mujer estaba a la izquierda de su marido, y que era él quien tenía las riendas de la familia. Normalmente se les colocaba de perfil o semi-perfil para que quedaran mirándose el uno al otro. Rembrandt sabía que sus cuadros serían colocados con ese acomodo tradicional, pero decidió no poner a la mujer de semi-perfil, sino de frente, mirándonos a nosotros. ¿Por qué? Probablemente para decirnos que la que llevaba las riendas en ese matrimonio era, en realidad, Margaretha. La posición frontal muestra que ella está lista para enfrentarse al mundo y que no necesita de su esposo para ello. Con ese sutil gesto, Rembrandt nos señala un detalle que, de otra forma, sería difícil de percibir en un cuadro o fotografía.