Por Malu Martínez Ramírez
Actualmente, en todo el mundo se vive un auge de revolución femenina que está rompiendo muchos de los paradigmas que se establecieron a través del tiempo. Uno de ellos se refiere al cuerpo de la mujer, cuya concepción y valores estéticos han cambiado con los años. Basta recordar el ideal de belleza que existía en el Renacimiento, por ejemplo, en contraste con los ideales de belleza que aún imperan en el presente. La revolución femenina ha buscado reivindicar todos los tipos de cuerpo, pero sobre todo contemplar la belleza innata que poseen, más allá de los supuestos cánones estéticos que pretende imponer la sociedad. En este aspecto, hay un ámbito que, con toda certeza, sacudirá la cabeza de unas cuantas y emocionará a algunas más. Me refiero al mundo de la lencería, pero no cualquiera, sino de la lencería moderna y te preguntarás: ¿a poco sí es muy moderna?
La respuesta es sí y mucho. Si no me crees, pregúntales a tus tías, a tu mamá o a tu abuela qué tipo de sostenes y pantaletas vestían en sus tiempos. Te apuesto a que más de una te compartirá lo incómodo que eran –e incluso aún son– esas prendas, además de tener una composición poco vistosa, por decir lo menos.
La lencería moderna sigue cumpliendo su función básica: cubrir zonas delicadas del cuerpo sin perder su característica de sensualidad y delicadeza, pero con un énfasis especial que no ocurría en el pasado, es decir, promover que la portadora –¿o portadore?– se sienta cómoda, a gusto y segura de sí misma al vestirla. Y seamos sinceras: los bras de varilla y esos cacheteros que se ciñen a la piel, pues sí, cumplen su propósito, pero a un doloroso e incómodo costo, ya que suelen ser molestos, excesivamente ajustados y, lejos de respetar la forma de nuestro cuerpo, parece que quisieran maltratarlo.
Hace un momento mencioné que la revolución femenina busca reivindicar el cuerpo de la mujer, al alejarlo de las imposiciones estéticas actuales. Poco a poco, eso de ser un modelo calzado de la mujer perfecta empieza a quedarse muy atrás. Ahora resaltan las necesidades que cada mujer tiene y si algo sabemos apreciar muchas de nosotras es cuando un calzón es cómodo, en especial durante nuestro periodo. ¿Y qué decir de la parte superior? Nada como un buen bra que no presione como camisa de fuerza ese gran, pequeño, asimétrico o tubular busto que cada una de nosotras tiene. Así, la lencería moderna tiene un distintivo en particular: ajustarse perfecta y cómodamente al cuerpo de la mujer.
Ya no se trata primordialmente de la estética que ofrezca la lencería, sino de la comodidad que nos brinda. ¡Y claro! No tiene que ver con que la mujer luzca fea o anticuada. Nada de eso. Por el contrario, día con día surgen miles de propuestas diferentes que aportan algo a las prendas: comodidad, estilo y sensualidad, ¡por eso es moderna! ¿No te parece tentador? Además, algunas diseñadoras y diseñadores han hecho atrevidas –y arriesgadas– propuestas, al proyectar la lencería como una prenda que no se limita a la ropa interior, sobre todo los sujetadores. Ahora, también puedes llevarlos como se te dé la gana: solos, sobre tu blusa, usar dos tipos diferentes al mismo tiempo… ¡En fin! Ideas hay muchas, pero lo más importante es que te animes a intentarlo, sin sentirte juzgada por ello, porque para eso es: la lencería es para que te sientas cómoda y a gusto contigo misma.
Por eso, ha adquirido una mayor visibilidad la lencería que satisface las formas de cualquier cuerpo, desde las tallas más pequeñas hasta las plus size, algo a lo que las grandes marcas no suelen dedicarle tanta atención.
Todo es cuestión de que no permitas que el miedo te venza y te animes a encontrar aquella lencería que reúna las características que tú necesitas y que haga que te enamores más de ti misma.