Por Katya J. Orozco Barba
“La gente no ha estado nunca más interconectada que ahora, pero a veces parece que nunca ha estado más sola.” – Mahatma Gandhi
Cada vez más, la tecnología avanza y es más fácil encontrar artículos que estabas pensando adquirir, páginas que quizá sean más afines a tus gustos, encontrar personas con tus mismos ideales, la oportunidad de eliminar de tu lista de amigos a las personas que no piensan igual que tú y agregar a aquéllas que sean como el popular lema: “personas que te sumen.”
No cambiamos el mundo dando clic en “me gusta” o “compartir,” y eso ya es bien sabido, pero poco comprendido.
Basta con mirar un poco hacia el famoso caso de “George Floyd” que seguramente tú, lector, te enteraste viendo el vídeo o una foto de lo sucedido de uno o varios ángulos, pues había personas tomando esas imágenes. Hubo testigos. Hubo gente que escuchó el ahora emblema revolucionario “no puedo respirar” y que siguió grabando con el celular en la mano.
Ahora, una ola de “revolucionarios” invaden redes con campañas subiendo fotos tratando de hacer eco del hecho. Es válido que lo digital sea un medio para expresar, para compartir y para hablar, pero no será suficiente cuando se trate de transformar.
La comunicación digital es solo vista. Lo digital no pesa, no huele, no se mira, no opone resistencia, con tan solo un dedo se desliza a otro tema cuando hay algo que no es de interés o cuando no se comparten los ideales personales y ya está: la abolición de la realidad.
En la obra del pintor francés, Edgar Degas, titulada “La Absenta,” se observa a la mujer perdida en sus pensamientos; no hay mirada con el otro, no hay relación con el hombre.
El pintor propone un contexto donde se da una sensación de embriaguez por la bebida popular “Absenta” – El Diablo Verde –, una bebida que se prohibió en Europa por causar alucinaciones. Esta obra pudiera representar el estado de las relaciones; cada vez más interrelacionadas, pero menos conectadas. Cada vez más adormecimientos de los sentidos, de la conciencia, más espacios públicos, pero menos involucramiento social, cada vez más producción de actividades, pero sin sumergirse enteramente en la experiencia.
Esta embriaguez de lo virtual es una forma de estar ausente de la realidad y permanecer en lo imaginario, en el eco de una posible realidad.
Se utilizan los medios tecnológicos para denunciar las injusticias, compartir opiniones, pero no para detenerlas, no para generar diálogo y es ahí donde la revolución tecnológica se convierte en involución.
En una comunidad virtual donde no hay peso, sabor u olor, las redes sociales y la tecnología sólo serán útiles si nos incitan a actuar.
Referencias
Han, B. C. (2019). Loa a la tierra. CABA, Herder.
Han, B. C. (2014). Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder Editorial.
“Es válido que lo digital sea un medio para expresar, para compartir y para hablar, pero no será suficiente cuando se trate de transformar.”
Katya J. Orozco Barba