Por Blackstone Editorial
El 2020 fue un año para llorar y en el que muchos de nosotros, además, lloramos a mares y lloramos lágrimas de cocodrilo. De acuerdo con Leo Newhouse, para Harvard Health Publishing, las mujeres estadounidenses lloran en promedio 3.5 veces al mes, mientras que los hombres lo hacen 1.9 veces, una cifra que, de una u otra manera, no es muy diferente de lo que sucede alrededor del mundo y que se reduce a una afirmación: los hombres son incapaces de llorar. Más allá de las estadísticas, lo cierto es que la sociedad —en especial los hombres— visualizan el acto de llorar como un signo de debilidad, o bien, como un síntoma de carencias emocionales.
Dejando de lado las etiquetas, llorar es un fenómeno único para los humanos y constituye una respuesta natural a un rango muy diverso de emociones, desde la más profunda tristeza hasta los estados de mayor alegría eufórica, pero ¿llorar es bueno para mi salud? Todo parece indicar que sí. En la actualidad, por ejemplo, desde la psicología, llorar es un mecanismo esencial que nos permite disminuir el estrés y el dolor emocional.
De hecho, llorar funciona como una especie de válvula de seguridad: cuando una persona reprende emociones y sensaciones fuertes en su interior —lo que algunos psicólogos denominan “estilo represivo de afrontamiento”— pueden infringir graves daños a su salud, pues al contener las emociones, se corre el riesgo de disminuir la capacidad del sistema inmune, propiciar enfermedades cardiovasculares e hipertensión, además de incitar ciertas condiciones mentales, como el estrés, la ansiedad y la depresión. Por eso que llorar es como una válvula de seguridad: permite que todas esas tensiones emerjan. En suma, al llorar las personas incrementan su capacidad de cercanía, empatía y ayuda hacia otras personas, especialmente amigos y familiares.
Es importante destacar que no todas las lágrimas son iguales. Los científicos distinguen tres tipos: el lagrimeo reflejo, el lagrimeo continuo y el lagrimeo emocional. Los dos primeros tienen una función importante para remover impurezas de nuestros ojos y lubricarlos. Como dato adicional, el 98% del contenido de estas lágrimas es agua.
Las llamadas lágrimas emocionales son las que fomentan más beneficios para nuestra salud, pues fomentan la segregación de oxitocina y endorfinas, que se asocian a estados emocionales como la alegría, el amor o la felicidad, de ahí que ayuden a aminar las sensaciones que surgen al experimentar dolor emocional.
No es una novedad que los hombres sean el sector de la población que presenta más problemas para llorar, bajo la falsa creencia de que los hombres —sobre todo los verdaderos hombres— no deben llorar. Este hecho provoca que sean más propensos a reprender sus emociones y desahogarlas a través de otros mecanismos que sí resultan dañinos, como la automedicación o el consumo de drogas y estupefacientes. En consecuencia, es fundamental que todos los sectores de la población, pero especialmente los hombres, aprendan a reconectarse con sus emociones para que las expresen sin temor alguno, incluso si ello implica llorar por algo.
El desafío más grande, afirma Leo Newhouse, es abrazar nuestros sentimientos y emociones. Por eso, date la oportunidad de llorar si percibes la necesidad de hacerlo. Asegúrate de tomarte el tiempo para llorar y encuentra un lugar seguro donde puedas hacerlo en total libertad. Muchas personas suponen erróneamente que llorar es un síntoma asociado a la depresión; sin embargo, la mayoría de las veces es un signo de curación, o bien, de un proceso dirigido a la curación.
Para formar a personas plenas, es imprescindible que les enseñemos a nuestras hijas e hijos que está bien llorar, pues además de reducir los comportamientos negativos de salud, les ayudará a vivir mejor. Eso sí, no perdamos de vista que si una persona cae en episodios de llanto incontrolable y sin una razón aparente, entonces habrá que acudir con los especialistas de salud mental para que puedan ayudarlos ante cualquier contingencia que pueda surgir. Y lo más importante de todo: evitar externar juicios anticipados que solo terminan por mermar aún más el ánimo de las personas.
Fuentes de Consulta
Newhouse, Leo. (2021, marzo 2). “Is crying good for you?”. Harvard Health Publishing. Recuperado de: <https://www.health.harvard.edu/blog/is-crying-good-for-you-2021030122020>