Adentrándonos en el vibrante mundo de la moda y la representación mexicana, pocas marcas logran capturar la esencia de la cultura del país de una manera auténtica y creativa, como lo hace Lolizma.
Esta empresa nació como un proyecto estudiantil hace aproximadamente 8 años y ha ido evolucionando hasta convertirse en una marca que no solo ofrece estilo, sino también un reflejo genuino de la rica herencia cultural de México. Con el paso del tiempo, se ha ganado un lugar especial en el corazón de todos aquellos que buscan moda con identidad propia.
El equipo de Blackstone Magazine se dirigió hasta su punto de venta para conocer algunos de los productos que tiene en exhibición. Además, tuvimos la oportunidad de entrevistar a la fundadora y diseñadora de modas, Lola Ledesma, quien nos compartió su historia, la visión que impulsa a la marca y el proceso creativo detrás de cada una de sus colecciones, también nos habló del impacto que desea generar en la industria de la moda con el paso de los años, siempre con el objetivo de honrar y proyectar la cultura mexicana a través de sus diseños.
Una visión llena de tradición
Durante nuestra conversación, la fundadora nos explicó que su objetivo principal es darle presencia a lo “mexa” en cada una de las tendencias que surgen y con ello llegar a un público joven. Como, por ejemplo, mujeres que disfruten viajar, vestir la moda mexicana y llenar sus atuendos de color.
“De cierta manera lo que queremos es que no se pierdan las tradiciones y que se sigan fomentando las tradiciones que se han perdido. Una de ellos son los dialectos”, comentó.
Esta visión nos lleva a lo que es, que varios de sus productos cuenten con la presencia de palabras o frases en náhuatl, con el fin de darles más afluencia y que sigan aún vivas en nuestra sociedad. Esto no solo aporta una conexión cultural profunda, sino que también convierte cada pieza en algo verdaderamente único.
La marca se inspira en las tradiciones, los colores y las texturas que hacen de México un país tan vibrante. De este modo, cada colección que sale de manera anual se encuentra diseñada para representar nuestros orígenes, fusionando elementos contemporáneos con técnicas artesanales. Así, se adapta a las tendencias globales sin perder de vista sus raíces, logrando una propuesta auténtica y siempre en evolución.
Fusionando lo tradicional con las tendencias
Algo que Lola tiene muy en cuenta en Lolizma, es que pone especial atención en la tela de rebozo, conocida como cambaya, este es un elemento que no solo representa la riqueza cultural mexicana, sino que también se ha convertido en la base de muchos de sus productos como bolsos, accesorios e indumentaria.
El rebozo es una creación nacida de la fusión de la cultura nativa prehispánica. En la lengua náhuatl, el nombre de la vestidura era ciua nequealtlapacholoni, que significa “lo que toca una mujer o algo semejante”. En Morelos, los antiguos habitantes lo llamaban cenzotl, cuyo significado es “tela de mil colores”, una descripción que encapsula perfectamente la esencia vibrante y diversa de esta prenda.
La cambaya, es una tela hecha en acrílico que se va entrelazando a mano, se obtiene a través de productores nacionales, quienes conocen bien los métodos de trabajo tradicionales de fabricación y garantizan la calidad del material. Todo el proceso, en su mayoría semi manual, involucra técnicas que recuerdan el uso del antiguo telar, lo que aporta un toque artesanal a cada pieza.
El enfoque de la marca consiste en fusionar esta tela tradicional con las últimas tendencias, logrando un equilibrio entre lo contemporáneo y lo atemporal. De esta manera, buscan que sus clientes no caigan en el consumismo, ya que algo que resalta mucho de la empresa es su responsabilidad con el medio ambiente. La idea es que sea algo que pueda seguir siendo relevante y funcional a lo largo de los años.
Además, todos los proveedores de telas e insumos con los que Lolizma trabaja son locales, asegurando que cada producto sea completamente “Hecho en México», reafirmando aún más el compromiso de la marca con la economía nacional y la producción ética.
Creatividad, tradición y compromiso social
Cuando conocimos a Lola, inicialmente pensamos que el nombre de la marca venía de su propio nombre. Sin embargo, nos platica que no es así. En realidad, proviene de una palabra en náhuatl que significa “vivo e ingenioso”, un concepto que va muy de la mano con lo que quiere representar con su marca.
Esa decisión de que no llevará tal cual su nombre fue completamente intencional. Lola quería que la línea de productos pudiera continuar en el futuro, incluso si por alguna razón ella no consiguiera proseguir al frente. Así, con esta visión a largo plazo, pensó en un nombre que pudiera perdurar sin necesidad de cambios, manteniendo siempre su identidad original.
Algo que le ha gustado a los clientes es el distintivo de la marca, el ingenio y la creatividad que han implementado en cada uno de los productos, volviéndolos únicos, al no repetirse en colores, combinaciones y estampados.
Asimismo, han integrado un componente social importante en la empresa, colaboran activamente con personas de la tercera edad, lo que añade un valor especial a cada producto. Al trabajar con ellos, la marca no solo asegura que cada pieza sea confeccionada con amor y paciencia, sino que también apoya a una comunidad que muchas veces es olvidada. El modo en que esto se realiza, es que la marca lleva hasta las casas de estas personas los materiales necesarios.
Este enfoque colaborativo ha generado una sinergia que ha permitido a la marca crecer de manera orgánica. Al involucrar a diferentes personas con conocimientos y habilidades variadas. Lolizma ha logrado un desarrollo sostenido, manteniendo siempre su esencia humana y artesanal.
Lolizma, más que un trabajo
Lola nos platica que entre las cosas más fascinantes de trabajar en Lolizma son las posibilidades de fusionar sus dos grandes pasiones: el diseño creativo y la riqueza cultural de México. Como diseñadora, lo que más le apasiona es la creación de productos, proponer ideas innovadoras y ver cómo cobran vida.
Pero lo que realmente le da sentido a su esfuerzo es integrar en sus diseños la esencia de la cultura y las tradiciones mexicanas. “Es una fusión muy bonita”, nos comparte, “porque no lo siento como un trabajo, lo disfruto, disfruto diseñar, disfruto crear, disfruto hasta el venderle a las personas y poderles decir cómo pueden combinar colores, que se pueden atrever y cómo puedo difundir también por esta parte de la cultura mexicana”.
En cuanto a los materiales y la confección de los productos, la diseñadora explica que todo va de la mano con la cultura mexicana. Utilizan telas tradicionales y técnicas artesanales, y, al momento de hacerlo, no solo crean piezas únicas, sino que también aprenden y preservan métodos de elaboración que podrían estar en peligro de desaparecer.
La lucha contra la moda rápida
Una de las mayores dificultades a las que se ha tenido que enfrentar la empresa es su lucha contra la moda rápida, principalmente por el tema de los precios, esto debido a que las personas suelen optar por este tipo de ropa al ser más accesible en cuestión de costos.
El desafío radica en encontrar un equilibrio entre ofrecer productos de calidad a un precio accesible, sin comprometer la justa retribución para quienes participan en el proceso de creación.
Además de esta accesibilidad económica, también buscan educar a sus clientes sobre la durabilidad de las prendas. “Pienso que esa parte de volver a usar una prenda no tiene que ser algo malo y esto sucede más en las mujeres. No está mal volver a usar, más bien hay que intentar darles opciones de cómo lo pueden usar de diferentes maneras para que se vea de otra forma, pero tengan la misma prenda en diferentes opciones”, señala. Este enfoque promueve una moda más sostenible y responsable, sin sacrificar el estilo.
Sin duda, Lolizma no solo busca ofrecer productos bellos y funcionales, sino también rendir homenaje a las raíces mexicanas, promoviendo moda que sea tanto innovadora como profundamente conectada con su herencia cultural.
Para aquellos que desean ver sus diseños, los pueden encontrar en redes sociales o dentro de un pequeño bazar artesanal en la ex escuela Pía, de viernes a domingo, donde cuentan con distintos productos de temporada, permitiendo a los visitantes descubrir lo último en moda inspirada en las tradiciones del país.