Noviembre | 2021
Por Alfonso Díaz de la Cruz
A raíz de la llegada del monoteísmo, los dioses de las otras religiones fueron relegados a los libros de mitología e historia, en el mejor de los casos, y al olvido, en el peor de ellos.
Eso no significa que hayan muerto. Como buenos dioses, son inmortales, aunque eso no les garantiza que vivan rodeados de las comodidades que alguna vez tuvieron en sus respectivos panteones. Relegados al olvido, ignorados por la gente, la mayoría cayó en la indigencia, y de esa manera han tenido que sobrevivir a lo largo de los siglos, soportando las inclemencias del tiempo, las hambrunas y la indiferencia de la gente.
Al menos así fue hasta principios del año pasado.
Movido por un repentino sentimiento de responsabilidad social, y pretendiendo hacer de su empresa una empresa incluyente, Aurelio Mascabado, Presidente, Director General y Fundador de Mascabado’s Technologies, una prometedora empresa desarrolladora de hardware y software de telefonía móvil de última generación, decidió que era una buena idea integrar a la plantilla de trabajo personal representativo de los sectores más olvidados, vulnerables y relegados de la sociedad, ¿y qué sector más vulnerable, relegado y olvidado que el de los indigentes?
De manera que, al cabo de una semana de tomada la decisión, una plantilla de dioses conformada por las deidades más diversas entre las que se encontraban Venus, Apolo, Belenos, Kali, Ra y Thor, entre muchos otros, ingresó a la nómina de Mascabado’s Technologies.
Al principio muchos empleados se mostraron reticentes e inconformes con la decisión, pues temían que sus trabajos peligraran, ¿cómo competir contra los dioses? Pero Aurelio Mascabado y el Consejo Empresarial no pusieron el punto a discusión. Por un lado, el contratar a los dioses olvidados le hacía buena publicidad a la empresa, cuyo slogan prometía un equipo celular digno de los dioses, y les ubicaba en el número uno en lo referente al tema de inclusión social. Por otro lado, lo cierto era que, pese a las intrigas y pleitos que llegaban a suscitarse entre ellos, los dioses realizaban un trabajo excepcional, catalogada por Aurelio Mascabado de una “eficiencia divina” (sic) que no hacía otra cosa más que incrementar las ventas de la empresa de una manera superlativa. En pocos meses, Mascabado’s Technologies había pasado de ser una prometedora empresa en hardware y software de telefonía celular a la empresa líder en el ramo, con un ingreso neto trimestral superior al billón de dólares.
Al poco, los dioses consiguieron sus más que merecidos aumentos de puesto y sueldo, y en menos de un año conformaban ya dos terceras partes de los miembros del Consejo Empresarial y, con ello, dominaban sobre las decisiones que se tomaran en la empresa. Tras someterlo a votación, destituyeron a Aurelio Mascabado de la Presidencia y decantaron el puesto a favor de Zeus, quien, con la anuencia del Consejo, nombró como directores y subdirectores de áreas al resto de los dioses que figuraban en la nómina.
A los empleados que llevaban años en la Empresa y que ocupaban cargos importantes dentro de la misma se les otorgó una jugosa liquidación con sus respectivas indemnizaciones, con tal de dejar esos puestos libres y poder contratar a otros dioses para que ocuparan las plazas vacantes. Un porcentaje mínimo de la nómina, reservado para las jerarquías inferiores de acuerdo con el organigrama institucional, se mantuvo en exclusividad para los humanos, pues como empresa socialmente responsable ésta tenía que ser incluyente.
En ese porcentaje desempeña sus funciones, tras negarse a firmar la renuncia, Aurelio Mascabado, fundador de Mascabado’s Technologies, quien diariamente se cuestiona y recrimina a sí mismo su decisión de haber optado por contratar a los dioses olvidados, poco más de un año atrás.