Nota Web | Octubre | 2021
Por Joaquín Cruz Lamas
¿Se puede hacer filosofía sin libros? La palabra escrita ha estado en el corazón del saber humano durante miles de años. Desde que existe la civilización, podríamos decir. Con una sola excepción, bueno, quizá dos: Sócrates y Pitágoras no cumplen al pie de la regla con el patrón. Ellos le daban una especial relevancia a lo que aprendemos a través del oído; uno a la palabra escrita y el otro a la música. Para ambos, el sonido cumple una especial función en la transmisión del conocimiento. Incluso podríamos decir que junto con Pitágoras se incluyen muchos de los músicos de la historia.
Sócrates tenía una razón para preferir la palabra hablada a la escrita: decía que escribir las cosas era como hacer trampa. Para él, la memorización de lo que escuchamos sería el reflejo del aprendizaje verdadero. Sócrates valoraría más una conversación sobre los temas vistos en clase que unos apuntes. Pitágoras y los músicos no son tan radicales, después de todo, tenemos mucha música escrita gracias al sistema de notación inventado por los monjes de la edad media. Claro, Pitágoras no conoció dicho sistema de notación, ya que se inventó mucho tiempo después de su muerte, pero no le habría puesto ninguna objeción. Al contrario, lo habría usado como la herramienta que es para preservar el conocimiento musical. Sócrates hubiera preferido quizá que los músicos aprendiesen de memoria las piezas que tocan.
En fin, el punto de todo es la importancia del sonido. En mi opinión, si bien agradezco que existan los libros y partituras, prefiero que las palabras sean habladas. Leer en voz alta es una de las mejores experiencias que se pueden tener en torno a la lectura. Mejor aún es leer en voz alta para alguien más y así poder compartir el conocimiento. La música tiene esta misma propiedad. Por supuesto, se hizo para ser interpretada, pero no solo eso, sino para ser compartida con una audiencia. Los seres humanos han usado esta forma de comunicación sonora, tanto la música como las historias contadas de boca en boca, a lo largo de toda la historia de la civilización. Ello fue lo que nos hizo juntarnos en torno a un fuego para compartir sabiduría.