Por Jesús Armando Vilchis Venegas
Todos hemos sido testigos de ello y, sin embargo, se ha convertido en algo tan natural, tan común, tan a la vista de todos que pareciera que la piratería ”está bien” y no hace “nada malo” a nadie.
Cuando uno va a los tianguis ambulantes que suelen ponerse los fines de semana en todas las ciudades del país, a lo largo de los pasillos del mercado, si pones atención, encontrarás que gran parte de la mercancía que se vende es piratería. Esto lo digo por hablar de un lugar concreto, donde encontrarás una alta concentración de esta mercancía ilegal, pero la realidad es que la puedes encontrar en todos lados. Cuando trabaja en Jalisco, al salir de la oficina- (que era de una institución del Gobierno Federal) había un señor dentro de las instalaciones que se dedicaba a vender películas y música pirata con todo el descaro y cinismo del mundo.
Este tema lo saco a relación por el estudio titulado “Piratería: entendiendo el mercado sombra en México”, realizado en el año 2015 por el Centro de Investigación y Desarrollo A.C. (CIDAC), en el cual realizan un análisis con relación al consumo de piratería en el país y los resultaron arrojan interesantes conclusiones.
Por ejemplo, los discos compactos de música (CD’s), las películas en DVD y la ropa son los tres tipos de productos de los que se consume más piratería, pero también existe un 17%, de los 1,500 entrevistados, que señaló que ha consumido medicinas piratas y un 12% y un 11% que han consumido piratería en videojuegos y libros respectivamente.
Tengo la impresión de que la música, las películas en DVD y la ropa son los productos de mayor consumo, porque son los más fáciles de copiar y, por ende, los más baratos de vender; no obstante, hablando de los libros y videojuegos, se tendría que ver si el estudio contempló en esos 12% y 11% las descargas ilegales que se realizan por internet; de lo contrario, es posible que el porcentaje aumente considerablemente.
Lo preocupante surge con el siguiente resultado: ante la pregunta de “¿Con qué frecuencia de consumo?”, cuyas respuestas podían ser “Siempre es mi primera opción”, “Sólo cuando no tengo dinero”, “Rara vez”, “Nunca”, los encuestados contestaron como muestro a continuación:
En películas en DVD, la mitad de los entrevistados contestó que “Siempre es mi primera opción”; la misma respuesta, pero en un 47% y 43%, cuando se refieren a los CD’s de música y libros respectivamente, ¿qué se revelan estos datos? Sencillo, sin tomar en cuenta el factor económico, los productos piratas se consumen en gran parte “porque sí” —¿será por costumbre?—. Esta problemática obedece, entonces, más a una razón cultural que económica.
Reforzando la idea anterior, al contestar la pregunta “En su opinión, las personas que hacen cosas ilegales, ¿lo hacen porque las autoridades no los castigan o porque no lo consideran tan grave?”, el 50% respondió con un “Porque no lo consideran tan grave” y el resto consideró que se hacen cosas ilegales, porque las autoridades no lo castigan.
Analizar todo el estudio excede el propósito de esta columna, pero me parece importante reflejar estos resultados, porque nos hacen ver que el problema de la piratería es un problema que tiene su origen en la profunda creencia de que, al hacerlo, no se está afectando a nadie, ya que las autoridades no te castigan por hacerlo y como no hay un castigo, entonces está bien hacerlo, ¿no? ¿Eso significa que la corrupción está “tolerada” y es “aceptada” en el caso de la violación a la Propiedad Intelectual?
Según Forbes México, la piratería ocasiona pérdidas a la industria del entretenimiento por 43 mil millones de pesos anuales y con la subsecuente perdida de 40 mil y 13 mil empleos directos e indirectos, respectivamente. Así, es más que claro que la piratería hace daño.
Con sus más recientes reformas, la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial y la Ley Federal del Derecho de Autor imponen sanciones graves, que alcanzan hasta el 40% de la ganancia del total de la mercancía ilícita por violaciones de propiedad intelectual, además de medidas como el aseguramiento de mercancías o, en su caso, delitos castigados con pena de prisión. Dicho de otro modo, sí están previstas sanciones en la ley; sin embargo, la piratería no tiene signos de disminuir; también debemos mencionar que los procedimientos legales para lograr que se impongan las respectivas sanciones tienen cierta complejidad y son costosos y aunque es deber del Gobierno realizar acciones en contra de este fenómeno tan nocivo, lo cierto es que nuestro deber es aportar nuestro granito de arena en esta lucha para, en la medida de lo posible, desmotivar en nuestras familias el consumo de mercancía ilegal.
Va a sonar a cliché, pero tenemos que generar consciencia sobre el valor de la propiedad intelectual; entender que un disco de música o una película contenida en formato DVD o Blue-ray y, por supuesto, la descarga ilegal gratuita desde internet no son solamente el disco que compras en la tienda, sino que detrás de esta práctica existe un gran equipo de creativos, artistas, compositores, grafistas, músicos, actores, etc. —por referirme solo a estos rubros por ser los de mayor consumo ilegal—, quienes trabajaron muy duro y sacrificaron tiempo con su familia y amigos por hacer que la música o la película que compras efectivamente se encuentre en tus manos en este momento. Y aquí no nos referimos solamente a las grandes casas productoras de cine, como Disney o Warner, o de intérpretes como Taylor Swift, a quienes la piratería no les afecta directamente en sus ganancias generales, sino y especialmente a la industria independiente, pues la piratería se convierte en un azote de quienes dependen de la venta de su trabajo para mantenerse vigentes.
Afortunadamente, nuestra generación tiene la posibilidad de hacer un cambio. Aplicaciones como Spotify o Apple Músic permiten escuchar miles de canciones mediante una suscripción sin necesidad de bajar las canciones de páginas de internet que puedan dañar tu equipo y es mucho más barato que comprar CD’s de música piratas, o bien, Netflix (Amazon Prime Video y, más recientemente, Disney Plus), en el caso de las películas, cuyo catalogo crece mes con mes y en mi opinión es una opción válida y legal de ver la televisión —y de paso mucho más interesante que la televisión local— sin necesidad de regalar tu dinero al gordito del tianguis.
El músico, escritor, pintor, modista, cantante y todos aquellos que a través de sus ideas y su esfuerzo consiguen producir riqueza para nuestro país, hoy tienen la responsabilidad en sus manos, cada uno en su entorno y conforme a sus posibilidades deben desalentar el consumo de mercancía ilegal, ya que es un factor que juega directamente en su contra. Durante mi formación, aprendí que la propiedad intelectual es una condición del desarrollo económico nacional. Es cierto: con las pérdidas económicas y de empleos que genera este fenómeno, se pierde la oportunidad de que las empresas arriesguen en nuevos talentos y en nuevos proyectos, lo que repercute directamente en nuestra situación como país, que aun teniendo talento y jóvenes con ánimo de emprender, sencillamente no se les da una oportunidad, porque no hay dinero.
Fuentes de Consulta
Mendoza Escamilla, Viridiana. (2016, agosto 3). “Piratería, una amenaza de 43,000 mdp en México”. Forbes México. Recuperado de: < https://www.forbes.com.mx/pirateria-una-amenaza-43000-mdp-mexico/>.