Recientemente, en la plataforma de X (antes conocida como Twitter), se ha abierto un debate sobre las canciones que ahora se dicen están feas o insoportables, pero lo curioso es que antes las personas no podían dejar de escucharlas tanto en sus dispositivos como en lugares públicos.
Pero la verdad es que no están feas; es decir, su letra y mediodía están bien, la realidad es que simplemente están sobreexplotadas. Es decir, sonaron tanto en su momento que ahora provocan ansiedad y un sentimiento de desagrado.
Por ejemplo, “abcdefu” de Gayle, o “Happy” de Pharrel las cuales pasaron de ser las más sonadas del momento a ser casi imposibles de escuchar. Pero eso no las hace malas. Si no que solo fueron víctimas de su propio éxito, al punto de ser saturadas y repetidas demasiadas veces.
¿Pero qué causa este cansancio en la música que se solía amar? La respuesta está en que no es lo mismo escucharla con audífonos al volumen que uno desea a que se utilicen diariamente en comerciales, playlist genéricas y bodas.
Este fenómeno, conocido popularmente como estar “quemadas”, responde a una sobreexposición brutal. La música pop está diseñada para eso: ser omnipresente, pegajosa, emocionalmente neutra y fácil de replicar. Ejemplos como “Gangnam Style” de PSY, “Shake It Off” de Taylor Swift o “Roar” de Katy Perry fueron pensadas para conquistar todos los espacios, desde bodas hasta comerciales.
Pero todo esto ha ido empeorando con las redes sociales, lo cual acelera su desgaste social. Cuando una nueva canción suena en TikTok o reels de Instagram, su ciclo de vida emocional se acorta.
Incluso canciones como “Tan solo un minuto” de Río Roma -reconocida por aparecer en un comercial de Mantecadas- o clásicos de Ed Sheeran como “Perfect” o “Thinking Out Loud”, se convirtieron en clichés de bodas y XV años. No por malas, sino porque fueron explotadas.
En esto también entra el factor de cringe generacional. ¿A qué nos referimos con esto? A que existen canciones que suenan viejas no por la producción, sino por lo que representaban en su momento. Por ejemplo, “All About That Bass” de Meghan Trainor o “Ropa Cara” de Camilo. Lo que antes se celebraba, ahora da pena ajena.
Cabe aclarar que no hay nada de malo con las canciones que son divertidas. No todas las canciones tienen que tener una letra existencialista o una producción totalmente alternativa y experimental.
Temas como “El Taxi” de Pitbull o “Vivir mi vida” de Marc Anthony están diseñadas para hacer sentir feliz a las personas, ponerlas de buen humor, donde no tengan que sobrepensar, y eso también tiene su mérito.
Con todo esto, podemos darnos cuenta de que de verdad no eran feas, solo que algunas canciones envejecieron raro, otras fueron sobreexplotadas y unas más simplemente nunca fueron para un tipo de público en específico.
No hay que olvidar que todo envejece con el paso del tiempo, y la música no es una excepción. Aunque ahora no sean del agrado del público, también fueron un himno en su momento. Así que la próxima que oigas “Ojos Marrones” de Lasso y quieras cambiarla, recuerda que, en su momento, fue la favorita de muchos. Y eso no se borra.