Nota Web | Septiembre | 2021
Por Joaquín Cruz Lamas
Les advierto de entrada que la pregunta es tramposa. Porque, por un lado, sí es conveniente estudiar ética. Tanto así que hasta la fecha muchas escuelas y centros de educación la incluyen en sus planes de estudios; pero, por otro lado, yo les diría —sin afán de escandalizar a nadie— que la ética más que estudiarse, tiene que vivirse. Es decir, tiene que ponerse en práctica. Caso contrario, no importa qué tanto hayamos estudiado las distintas teorías éticas, al final del día todo ello no habrá servido de nada.
Hay locos por ahí que dicen que la filosofía no sirve para nada. Lo cual es verdad, hasta cierto punto. La ética es una rama de la filosofía, pero se trata de una que esencialmente ha sido pensada para ponerse en práctica. Lo cual significa que la ética sí sirve de algo, puesto que ha de ejecutarse. ¿Qué es aquello para lo que sirve? Muy sencillo: sirve para ser felices. Así fue como los filósofos clásicos la concibieron. El ciclo filosófico se cierra cuando nos preguntamos para qué sirve la felicidad. La respuesta es para nada, es algo que se quiere por sí misma.
Volviendo al tema, cuando decimos que la ética nos sirve para ser felices, también estamos sugiriendo otra cosa: que para de hecho alcanzar la felicidad, esta se tiene que poner en práctica. El aprendizaje de la ética no puede ser únicamente intelectual, por supuesto que está muy bien conocer los conceptos clave y las distintas teorías. Es muy necesario igualmente fomentar el debate y el pensamiento crítico. Pero la forma en que mejor la vamos a aprender será mediante la experiencia personal.
La ética es un poco como aprender a nadar, o aprender a andar en bicicleta. Uno puede entender muy bien la teoría, pero no decimos estrictamente que sabemos nadar o andar en bicicleta hasta que de hecho estamos en el agua o sobre la bici. Lo mismo con la ética. Al final del día, quien tendrá que decir hasta qué punto hemos aprendido de ética somos nosotros mismos. La manera de hacer esto es siendo sincero consigo mismo y evaluando las propias acciones. Quizá una de las preguntas más importantes y útiles en este proceso será: ¿Verdaderamente estoy actuando de acuerdo con mis creencias éticas?