Nota Web | Agosto | 2021
Por Joaquín Cruz Lamas
Honestamente, no lo sé a ciencia cierta. Nunca he entendido el gusto que tienen algunas personas por las sensaciones desagradables. Al menos a mí el estar asustado y en constante tensión no me atrae demasiado, pero creo que puedo entender a quienes sí les gustan esas películas porque sus motivos se parecen mucho a los de aquellos que disfrutamos de otras actividades, como subir montañas o volar en paracaídas (parachute) en la playa.
Los filósofos Edmund Burke y Emmanuel Kant hablaron de esa sensación y le asignaron una categoría estética. Lo clasificaron como “lo sublime”, que puede entenderse como aquello que nos provoca emociones fuertes de asombro y terror. En la cima de una montaña o volando por los aires tenemos vistas espléndidas de lo que yace debajo de nosotros. Esa sensación de inmensidad —y muchas veces incluso de infinitud— es lo que los filósofos de la ilustración llamaron “sublime.” Tiene muchas y muy variadas manifestaciones: puede ser algo muy grande, pero también algo amenazante. Sucede que una de sus principales características es la de saturar los sentidos y la mente. Cuando uno está en la cima de una montaña, la mente parece despejarse de todo lo que hemos dejado atrás y no pensamos en nada más que la inmensidad.
A mí me gusta el aspecto asombroso de lo sublime, a otras personas parece gustarles el terrorífico. En ambos casos se da la saturación de la mente y los sentidos. Lo que provocan finalmente las películas de terror son emociones fuertes, tan fuertes como aquellas que se pueden tener contemplando un paisaje impresionante o practicando deportes extremos. Son esas emociones las que nos llevan a buscar esos estímulos, y por lo tanto son también esas emociones las que llevan a algunas personas a buscar las películas de terror. Por supuesto, estas emociones van de la mano de esa hormona a la que tanta gente es adicta: la adrenalina.
Pero no se trata solo de adrenalina. Hay una razón de fondo por la que buscamos dichas emociones —con su componente biológico hormonal— y que va más allá del placer que la adrenalina pueda causar: nuestra mente se centra por completo en la experiencia. Es un modo muy eficiente de refrescar nuestra psique, ya que dejamos atrás todas las otras minucias que podrían ocuparnos. En conclusión, creo yo, a las personas les gustan las películas de terror porque les permite dejar de pensar en los asuntos que les preocupan y los lleva, por un momento, a centrarse por completo en algo enteramente distinto.