El Premio Oscar, uno de los galardones más prestigiosos en la industria cinematográfica mundial, tiene un costo de producción sorprendentemente bajo. Fabricar una estatuilla del Oscar cuesta aproximadamente 400 dólares, una cifra considerablemente modesta si se compara con su valor simbólico.
La estatuilla está hecha de una aleación de metales conocida como britannium, compuesta por estaño, antimonio y cobre, y recubierta con una capa de oro de 24 quilates que le da su característico acabado brillante. Este diseño, que se ha mantenido casi inalterado desde su creación en 1929, representa un caballero sosteniendo una espada sobre un carrete de película. Con 34.3 cm de altura y un peso de aproximadamente 3.85 kg, el Oscar ha sido sinónimo de excelencia en el cine a lo largo de los años.
A pesar de su modesto costo de producción, el valor del Oscar se encuentra en su significado cultural y profesional. Recibir este galardón puede transformar la carrera de un actor o cineasta, consolidándose como un referente en la industria cinematográfica internacional. Hasta la fecha, se han entregado más de 3,000 estatuillas desde la primera ceremonia en 1929, en la que la película “Wings” fue galardonada con el premio a la mejor película.
Desde 2016, las estatuillas se producen en la fundición UAP Polich Tallix, ubicada en Rock Tavern, Nueva York. El proceso de fabricación comienza con modelos en 3D que se moldean en cera y luego se recubren con caparazones de cerámica. Posteriormente, se realiza el vaciado en metal líquido, que se solidifica para dar forma a la estatuilla.
Este meticuloso proceso de fabricación requiere alrededor de tres meses para completar 50 unidades. La combinación de tecnología moderna y técnicas artesanales asegura la calidad y durabilidad de cada pieza.
Cada estatuilla es sometida a un proceso de pulido y verificación de calidad antes de su entrega a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Este control garantiza que el trofeo mantenga un estándar uniforme en todas sus ediciones, lo que contribuye a su estatus icónico dentro del mundo del cine.
Aunque su producción es relativamente sencilla, la importancia del galardón va más allá de su aspecto material. Desde 1950, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas impuso una restricción que obliga a los ganadores o sus herederos a ofrecer la estatuilla a la propia Academia por un dólar antes de intentar venderla, lo que asegura la preservación de su valor cultural. Esta normativa ha evitado que los Oscars se comercialicen en el mercado abierto, aunque se han registrado algunas excepciones, como la compra en 1999 de un Oscar por Michael Jackson por 1.54 millones de dólares.
En 2014, la Academia demandó a Joseph Tutalo, sobrino del director artístico Joseph Wright, quien intentó subastar el Oscar ganado por su tío en 1942. Un tribunal de California falló a favor de la Academia, estableciendo un precedente legal sobre la protección del valor simbólico del galardón.
Durante la Segunda Guerra Mundial, debido a la escasez de metales, las estatuillas fueron fabricadas temporalmente con yeso pintado. Tras el conflicto, la Academia invitó a los galardonados a cambiar sus trofeos de yeso por versiones de metal bañadas en oro.
Además, la estatuilla ha sido fabricada por diferentes proveedores a lo largo de los años, incluidos R.S. Owens & Company en Chicago antes de la transición a UAP Polich Tallix. Cada proveedor ha contribuido a la evolución del proceso de fabricación, manteniendo la esencia del diseño original.
El nombre oficial del premio es “Academy Award of Merit”, aunque popularmente se le conoce como “Oscar” desde mediados de la década de 1930. El origen del sobrenombre no está claramente definido, pero se atribuye a la bibliotecaria de la Academia, Margaret Herrick, quien comentó que la estatuilla le recordaba a su tío Oscar.
Existen otras teorías sobre el origen del nombre, incluyendo la afirmación de la columnista de cine Sidney Skolsky, quien también dijo haber utilizado el término “Oscar” en sus artículos para referirse al premio. A pesar de la falta de consenso, el nombre se ha mantenido como una referencia universal en la industria cinematográfica.