Por Joaquín Cruz Lamas
Es posiblemente una de las preguntas más importantes que alguna vez se hayan hecho los seres humanos. Hay dos formas de entender la interrogante: podemos preguntarnos qué es lo verdadero o cuál es la definición de verdad. Enfoquémonos en la segunda por ahora, puesto que no podemos agotar toda la verdad de la existencia en estas breves líneas. ¿Qué entendemos entonces por verdad?
Aunque usted no lo crea hay varias teorías al respecto, pero tres de ellas son quizá las más importantes: a la primera se le conoce la teoría de la correspondencia; a la segunda, teoría de la coherencia, y a la tercera, teoría del consenso. La teoría de la correspondencia dice que la verdad es aquello que se corresponde con la realidad, lo cual suena muy lógico e intuitivo. La segunda dice que la verdad es aquello que tiene coherencia lógica, lo cual es un poco más complicado pero tiene sentido porque se traduce en juzgar a la verdad por su precisión matemática. La tercera es la más problemática de las tres, puesto que dice que la verdad se descubre mediante el acuerdo de varias personas, razón por la cual se le denomina “teoría del consenso.”
Lo curioso aquí es que las tres teorías tienen elementos de peso que las hacen valiosas. La primera, insisto, es la más intuitiva de todas al decir que la verdad es la correspondencia entre lo que pensamos y la realidad. Lo que es interesante de ella es que, al hablar de la verdad como una correspondencia, nos sugiere que la verdad se da cuando tenemos dos elementos: algo que sea conocido y una persona que lo conozca. Si falta cualquiera de esos elementos no podríamos hablar de presencia de una verdad.
Ahora bien, uno de estos dos elementos, como hemos dicho, es la persona. Ésta debe tener coherencia en sus pensamientos para poder conocer con precisión la verdad. Razón por la cual existe la segunda teoría de la verdad. En ese sentido podríamos decir que la verdad no sólo es la correspondencia entre lo que pensamos y la realidad, sino que además aquello ha de tener sentido y consistencia.
Una pregunta que nos podríamos hacer es ¿cómo sé que lo que pienso se corresponde con la realidad? No hay un único criterio para determinar esto, pero uno que puede ayudar —aun no siendo definitivo— es preguntando a otras personas para conocer su punto de vista. Por supuesto, esto no significa que la verdad depende de lo que dice la mayoría, pero sí que consultar a quienes saben del tema nos puede orientar. Por eso, a la tercera teoría de la verdad se le llama “del consenso.” Como pueden ver, al final de día las tres pueden complementarse mutuamente, y de este modo, ayudarnos a descubrir qué es la verdad.