Por Joaquín Cruz Lamas
Discúlpenme por comenzar con un recordatorio tan grave. Claro, no deja de ser cierto, pero no es algo en lo que nos guste pensar la mayor parte del tiempo. Especialmente cuando somos jóvenes, tenemos una tendencia a no preocuparnos en absoluto por la mortalidad. A los vendedores de seguros, planes de retiro y demás esquemas les provoca un gran dolor de cabeza este recordatorio. Los principales clientes para un plan de retiro y un seguro de vida son los jóvenes, pero son quienes parecen menos preocupados por estas cuestiones. Tal fenómeno, sin embargo, no es nada nuevo.
En la Galería Nacional de Londres se encuentra un cuadro de Caravaggio muy curioso, que se titula “Chico mordido por una lagartija”. El título lo dice todo. Tal cual, vemos a un chico que está siendo mordido por una lagartija. Dicen algunos rumores que el mismo Caravaggio modeló frente a un espejo para pintar esta obra. ¿Qué significa el cuadro? ¿Se trata de una especie de broma? ¿Será acaso como esos videos de internet donde curiosos animalitos, como erizos y gatos, muerden a sus incautos humanos? Nada de eso, Caravaggio es demasiado astuto para esas cosas. ¿Entonces?
Antiguamente, en las representaciones artísticas, las serpientes y lagartijas eran un símbolo casi universal de dos cosas: de pecado y de muerte. Había sido una serpiente la que llevó a Eva y Adán a comer del fruto del árbol prohibido. Además, muchos de esos reptiles son venenosos. Ahora bien ¿cuál era el fruto prohibido? ¿Qué era eso que no se permitía hacer? El Génesis lo llama “el árbol del conocimiento del bien y del mal”, y la serpiente le promete a Eva que si comen de él “serán como dioses”. Muchas personas creen que el pecado fue la lujuria, pero están muy equivocados. Casi todos los teólogos coinciden en que el pecado original del que nos habla la Biblia fue, en realidad, la soberbia.
Bien dice el dicho que cuando te toca, ni aunque te quites, y cuando no, ni aunque te pongas. Nadie sabe el día ni la hora de su muerte, tampoco los jóvenes. Valdría la pena, entonces, darle un pensada al asunto. No hace falta ser viejo para pensar en la muerte. Es más, sería insensato, siendo joven, no pensar en el futuro. Sería una especie de acto de soberbia. Ahí está el significado del cuadro de Caravaggio: el tiempo pasa también para quienes tienen menos años, y la juventud, más pronto que tarde, se termina. La lagartija es un recordatorio de eso: la mordida de la muerte, así como la de la soberbia, a cualquiera le puede tocar.