Por Joaquín Cruz Lamas
Antes de la pandemia, fui un día con unos amigos a un café. Ahí nos ofrecieron unas trufas que he de decir que estaban muy buenas. Uno de mis amigos me preguntó, no sé bien por qué, si esas trufas eran mexicanas. Le dije que eran británicas, pero su pregunta me dejó pensando un tiempo. La marca era, efectivamente, británica. La fábrica que las produce está en el Reino Unido. La distribuidora también está en el mismo sitio. Sin embargo, si uno lo piensa detenidamente, en realidad, en cierto sentido, esas trufas sí son mexicanas. Trataré de mostrar mi punto poniendo un ejemplo: cuando uno va a comer sushi, no le pregunta al mesero si la comida que consume es japonesa o mexicana; uno asume que, mientras los ingredientes son probablemente mexicanos en su mayoría, la receta es japonesa. En el caso del chocolate, es justo lo contrario: las recetas para preparar chocolate se han desarrollado en una increíble variedad a lo largo y ancho del mundo; sin embargo, el ingrediente, originalmente, es mexicano.
Es verdad, México ya no es el único lugar del mundo en que se cultiva la planta del cacao. Pero sí podemos afirmar que las plantas de cacao que se cultivan en otros lugares del mundo probablemente vienen de ancestros cultivados en México. No olvidemos que el chocolate fue inventado por los pueblos precolombinos y descubierto para el resto del mundo por los españoles. En última instancia, todo platillo que lleve chocolate, ya sea que esté preparado en Europa o en América, tiene algo de mexicano. Sin México, el resto del mundo jamás habría conocido este maravilloso ingrediente que se puede consumir de tantas maneras tan distintas.
No sólo es el chocolate; otros alimentos también fueron descubiertos para el resto del mundo en nuestro suelo. Honestamente, no sé qué tan larga sea la lista, pero podemos mencionar algunos: chocolate, jitomate, aguacate, amaranto y chile son los primeros que se me vienen a la mente. Quizá el nopal, considerado como alimento, también fue descubierto en tierras mexicanas. Lo importante es que aquel día durante un momento tuve una revelación: sin México, el chocolate no existiría en el mundo, y la vida sin chocolate definitivamente no sería la misma. Otra revelación: estábamos sentados en un café. Aunque el café viene de Etiopía, México es uno de sus principales productores y sus granos se consumen en todo el mundo. Es así que me di cuenta de que, aún a miles de kilómetros, México está intrínsecamente conectado con todo el mundo a través de sus alimentos.
“México está intrínsecamente conectado con todo el mundo a través de sus alimentos.”
Joaquín Cruz Lamas