Fue en el segundo semestre del 2022 que 61 empresas situadas en el Reino Unido decidieron participar en un ensayo que proponía algo disparatado: una semana laboral de cuatro días y no de cinco, como comúnmente se acostumbraba. Los resultados han sido, hasta ahora, sorprendentes: algunas de ellas ya adoptaron este esquema de manera definitiva.
Fue la asociación 4 Day Week Global la que organizó y desarrolló este pilotaje, pero en él también estuvo involucrado un grupo de investigadores del Boston College y la Universidad de Cambridge.
El programa consistió en que las 61 empresas participantes tuvieran solamente cuatro días de trabajo a la semana, es decir, tres de descanso.
Para el final del proyecto, las y los trabajadores que fueron parte del mismo advirtieron que tuvieron beneficios tangibles en su vida personal, su salud mental y su tiempo de descanso.
Pero no sólo hubo buenos resultados en ese sentido, sino que se demostró que los ingresos de esas mismas empresas durante ese periodo de tiempo se mantuvieron “prácticamente iguales”, pero sí hubo un incremento del 35% con respecto a los dos años previos anteriores.
Además, por si fuera poco, en los seis meses que duró el pilotaje hubo menos renuncias.
Un éxito inesperado
Tal fue el triunfo de esta iniciativa que, de las 61 empresas participantes, la gran mayoría (56) afirmaron que seguirán aplicando la semana laboral aún y cuando termine el ensayo. De hecho, 18 señalaron que ya harán el cambio permanente a este novedoso modelo que apuesta por el descanso y la salud de las y los trabajadores para obtener mejor productividad.
Como contexto, el 15% de las y los empleados que fueron parte de este programa declararon que por “ninguna cantidad de dinero” se les convencería para volver a trabajar bajo los cinco días a la semana que se tienen normalmente.
La asociación 4 Day Week Global coordina estos programas piloto en el marco de su campaña mundial para animar a que más empresas apuesten por permutar de la semana laboral estándar de 40 horas, a un modelo de 32 horas por el mismo salario y las mismas prestaciones, pero con mejor productividad.