Como cada fin de año, todas las miradas apuntan al pueblo mágico que cobra vida por la Navidad. Se trata de Tlalpujahua, una localidad en Michoacán que desde hace varias décadas se ha caracterizado por la producción de todo tipo de esferas navideñas y por traer a México la aldea de Santa Claus.
Este lugar ofrece un sinfín de atracciones que cautivan a chicos y grandes por igual, desde poder ver cómo se hacen las esferas y decorar tú mismo una, hasta desfiles o espectáculos de música y luces. Además, los visitantes tienen la oportunidad de degustar la deliciosa gastronomía michoacana compuesta por corundas, uchepos, carnitas y más.
A principios del siglo XX, este pueblo michoacano fue reconocido por tener a una de las minas que más producían oro y plata a nivel nacional. Sin embargo, en la década de 1930, una severa inundación arrasó con la tercera parte de Tlalpujahua, convirtiéndolo en un “pueblo fantasma”.
Ante este panorama, muchos de sus habitantes migraron a Estados Unidos en busca de oportunidades, y uno de ellos fue Joaquín Muñoz Orta. Tras un tiempo en Chicago, en los 50’s él y su esposa, María Elena Ruiz Villagrán, regresaron a su pueblo natal, pero se enfrentaron a la pregunta de qué hacer para generar ingresos y sobrevivir.
Fue entonces que Joaquín y María Elena decidieron dedicarse a hacer esferas navideñas de vidrio soplado, un oficio que aprendió durante su estancia en el país vecino del norte. Este negocio familiar tuvo tanto éxito que la familia tuvo que compartir su conocimiento con más personas a quienes empleó para responder a la creciente demanda.
Así, una gran cantidad de residentes de Tlalpujahua aprendieron este oficio e hicieron de la esfera navideña el motor laboral y económico del pueblo.
Ante el aumento de popularidad por el gran trabajo que hacían los artesanos michoacanos, la familia Muñoz Ruiz encontró otras maneras de capitalizar esta atención en Tlalpujahua. Además de la fábrica de esferas navideñas, también fundaron “La casa de Santa Claus” una tienda con toda clase de artículos para decorar en esta época.
Los visionarios emprendedores crearon la “Villa de Santa Claus”, complejo turístico inspirado en Rotemburgo, Alemania. Ahí hay réplicas de las fachadas de las cabañas de aquella región que sin duda trasladan a una Navidad muy tradicional y de película.
En la actualidad, la Secretaría de Turismo de Michoacán afirma que a lo largo del año se producen alrededor de 30 millones de esferas que dejan una derrama económica aproximada de 250 millones de pesos.
Es tal el renombre que ha logrado Tlalpujahua que sus esferas han llegado al Vaticano, siendo utilizados para adornar emblemáticos lugares como la Capilla Sixtina, la Santa Sede o el Museo del Vaticano. El trabajo de los artesanos también ha viajado a varias partes del mundo como Estados Unidos, Inglaterra y más.
A más de seis décadas del surgimiento de esta tradición familiar que movilizó a todo un pueblo, el espectacular lugar sigue atrayendo a miles de visitantes que esperan con ansias comprar sus esferas.
En la actualidad, aunque muchas de las tradiciones se mantienen tal como iniciaron, se han agregado otros atractivos. Si estás pensando ir a Tlalpujahua este año, esto es lo que puedes hacer:
- Ir a la Villa de Santa en donde hay una serie de coloridas cabañas y en donde, por las noches, se ofrece un espectáculo de iluminación y nieve artificial.
- La Casa de Santa Claus es un lugar en el que encontrarás una amplia variedad de productos para que todos los rincones de tu hogar tengan una decoración navideña.
- Una vez que se oscurece, hay un espectáculo de videomapping en la Villa de Santa. Los precios van de los $80 pesos a los $120 pesos. Menores de 6 años entran gratis.
- Villa Claus es un hotel que, además de estar cerca de la Villa de Santa, cuenta con servicios como alberca climatizada.
- La Feria de la esfera es una exposición que se lleva a cabo en el Auditorio Municipal y en la Explanada Hermanos Rayón. Ahí hay una gran variedad de esferas que se adaptan a todos los presupuestos.
Tlalpujahua y sus esferas navideñas, ya es un punto obligado a visitar en esta época gracias a la familia Muñoz Ruiz, iniciadora de todo este movimiento, y al trabajo de miles de artesanos.