Por Mónica Rivera
Escribir para conocerte y reconocerte
De El diario de Daniela aprendí que casi nadie sabe ni se imagina que una persona y una hoja pueden hablar y oír. Quienes no lo recuerden, El diario de Daniela fue una telenovela mexicana para niñas y niños, protagonizada por la actriz Daniela Luján. De hecho, cuando yo era niña me sentía Daniela Luján y, al igual que ella, me gustaba escribir en mi diario lo que me había pasado durante el día y cómo me sentía, al punto de que se convirtió en parte de mi rutina cotidiana.
Resulta que ahora, a mis treinta años, me he reencontrado con esta práctica, que es escribir todos los días y aunque mi escritura no es impecable, lo más importante es que me permite atender, escuchar y en una hoja plasmar mis emociones y aquellas situaciones que las detonan. Llevar un diario me ha ayudado a contemplarme con otros ojos, reconocerme y encontrarme nuevamente conmigo.
Además de meditar toditos los días —una práctica que no ha sido del todo sencilla, porque no me llevo bien con las rutinas— y de darme tiempo para mí —aunque sea un poquito para empezar y para que no se altere la loca de la mente—, escribo: que si la luna nueva; que si en piscis; que si me enojé; que si me puse triste; que si estoy con mucha energía; que si estoy distraída; qué estoy aprendiendo, cómo lo estoy aplicando y cómo vuelvo a caer en la misma dinámica errónea otra vez, pero ahora con la seguridad y el compromiso de que estoy trabajando en ello, porque —como dice el proverbio— “una vez consciente, no puedes ser indiferente”.
El camino a la paz y a la tranquilidad
Como mencioné hace un momento, yo también creía que meditar era muy difícil. El primer obstáculo que encontré me lo había puesto yo misma, al “creer” que era difícil: ¡ojo con nuestras creencias!; el segundo, fue la constancia, porque pensaba que no me había salido bien mi primera práctica y que, por eso, la meditación no era para mí. Después me di cuenta de que, en realidad, no “tenía que salirme bien” o mal, pues en meditación no hay juicios. ¡Yep! Ya estaba aprendiendo desde el día uno.
Comencé con 7 minutos diarios… ¡que me parecían eternos! Y claro que mi mente estaba como loca, en más de una ocasión, imaginé a mi cerebro diciendo: “¿Y ‘ora? ¿A esta qué le pasa?!” y por supuesto que no lograba el estado de tranquilidad tan deseado, anhelado y prometido, porque además yo quería resultados inmediatos.
Quiero compartir mi experiencia, porque ha sido un proceso maravilloso, de muchísimo aprendizaje y de un crecimiento que jamás imaginé. Para nada soy experta, solo comparto lo que ha significado para mí integrar esta práctica a mi cotidianidad, en especial porque me ha bendecido con muchas más herramientas para navegar mejor en las a veces turbulentas, a veces apacibles aguas de la vida.
Confía en ti
Sé que quizá pensaste que te daría algunos consejos o un paso a paso, pero mi intención es que confíes en ti misma o en ti mismo. Anímate a escribir y a meditar por tu cuenta. Todo está en respirar y en despejar la mente. No tengas miedo y anímate a conocerte y reconocerte.
En el caso de la meditación, yo, por ejemplo, me he guiado solita, leyendo, investigando y, lo más importante, practicando diariamente, las veces que lo necesito a lo largo del día. Las respuestas están siempre en tu interior y la meditación me ha ayudado a escucharlas. Y en lo que se refiere a la escritura, reconozco que no es sencillo, como cualquier proceso, en especial cuando se trata de un proceso interno, porque tardan en llegar los resultados. Y claro que hay días en que no quiero escribir y otros en los que me faltan hojas en blanco y quisiera que se escribieran las palabras solas mientras hablo, pero justo es el proceso consciente de la escritura lo que te ayuda a entenderte y leerte como espectador.
Cada uno va buscando lo que mejor le acomode, pero si como yo tienes “la espinita” de adentrarte en ti, puedo decirte que no te vas a arrepentir. Nada más bonito que alimentar el alma. Deseo que encuentres las herramientas y prácticas que necesites para ser más feliz.
Como suelo decir: cada quien sus terapias y sus locuras, lo importante es que te funcionen y abonen a tu autoconocimiento y a tener un manejo sano de tus emociones.