Nota Web | Octubre | 2021
Por Jesús Armando Vilchis Venegas
Cuando era niño y escuchaba hablar a los adultos sobre empezar un negocio, las ideas más comunes que podías escuchar eran cosas como un taller mecánico, un autolavado, un restaurante, una estética, una tiendita o de plano incursionar en las ventas por catálogo.
Sin embargo, yo pertenezco a la llamada generación millennial que, entre otras cosas, se distingue por la existencia de internet como centro modular de nuestra interacción profesional y social. Al momento de emprender, buscamos opciones que se acoplen a esta visión moderna de ver y entender el mundo, y en esta visión el papel que juegan las redes sociales es muy significativo, no hay que sorprenderse de que muchos jóvenes ahora busquen ser “youtubers”,“influencers” o abrir un “Only Fans” antes que dedicarse a alguna otra profesión, digamos más tradicional.
Hace pocos días, platiqué con una amiga que gusta de los toros y, desde es gusto, a través de Facebook e Instagram comenzó a difundir noticias y fotografías de lo que acontecía alrededor de la fiesta brava. El contenido ha tenido una excelente aceptación y cada día que pasa consigue más seguidores en su cuenta.
Lo que me llamo la atención es que a partir de la buena recepción de su contenido en redes sociales, sucedieron dos cosas: en primer lugar, buscar expandir su idea original en un proyecto más grande, y, en segundo lugar, al entender el valor de su contenido, buscar protegerlo.
Es en este último punto donde me gustaría detenerme para reflexionar sobre la importancia de la propiedad intelectual, especialmente en quienes emprenden un proyecto o negocio sustentado en internet o redes sociales.
Como usuarios, tenemos acceso fácil e inmediato al contenido generado por los usuarios y que a través de herramientas digitales podemos usar o modificar a nuestro antojo, pero sin ser conscientes de que dicho contenido tiene un autor y, por ende, una protección legal. Por ejemplo, eres fotógrafo y subes tu trabajo a tu perfil de Facebook para fines promocionales, y un buen día descubres que otros usuarios han usado tus fotografías para la promoción de eventos o publicidad y en ningún momento te dan el reconocimiento como el autor. En Derecho, esta práctica se define como como un uso y reproducción de una obra no autorizada, pero te aseguro que más allá del aspecto legal, la situación te molestaría bastante ¿no?
Y no podemos hablar de tomar como opción abandonar internet o las redes sociales, ya que es el medio idóneo para la captación de clientes. Aquí surge la pregunta: ¿qué sucede con los negocios cuya gestación sucedió dentro de Facebook, Twitter, YouTube, Instagram o Twitch?
En dichos proyectos, donde la difusión del contenido puede escapar del control del titular, la importancia del registro ya sea de marcas o de obras, va a permitir una defensa legal sólida contra el uso no autorizado de la propiedad intelectual. Además, resulta necesario para acreditar el derecho exclusivo de explotación y si no cuentas con el mismo, la posibilidad de expandirlo a otros medios como la televisión, radio o imprenta a través de figuras como el licenciamento o la franquicia, no sería posible.
Con esta idea, lo que quiero concluir es que el registro de los derechos de propiedad intelectual, en todos los proyectos, pero en especial aquellos que se gestan en internet o redes sociales, actúa como única defensa contra terceros mal intencionados, y como medio o canal para la expansión del propio proyecto.
Al final siempre se llega a la misma conclusión, la propiedad intelectual es el activo más importante de un negocio.