Por Rodrigo Díaz de León Martí
La escucha es un proceso voluntario en el que se asume un papel activo que implica un esfuerzo psicológico de concentración, análisis y comprensión de información. Escuchar no es lo mismo que oír y, para hacerlo bien, es útil considerar las variables que influyen en cualquier proceso de comunicación interactiva:
- Estilo de Comunicación del Hablante: Es importante familiarizarse con el modo de hablar de la persona que se está comunicando; influye aquí su personalidad – grado de expresividad y rapidez – y su acento. Cuando el estilo de comunicación del interlocutor es complicado, es conveniente prestar atención a la información verbal compartida y preguntar cuando no se entienda algo.
- Distracciones Ambientales: La presencia de ruido o de otras personas, el uso de muebles incómodos y otros factores externos pueden perjudicar el grado de atención que se presta al escuchar a otro. Es imprescindible procurar estar en un ambiente lo más cómodo posible.
- Distracciones Emocionales: Idealmente, tanto quien habla como quien escucha deben estar calmados. Alguien emocionalmente excitado puede hablar apasionadamente cuando en realidad no se siente así respecto de lo que habla. Asimismo, cuando el receptor del mensaje está alterado emocionalmente, puede no escuchar con efectividad.
- Contenido del Mensaje: No todos los mensajes tienen el mismo tipo de contenido; algunos pueden ser altamente técnicos, mientras que otros pueden ser de charlas casuales. Lo ideal es prestar la misma atención a todo tipo de mensaje. Sin embargo, la capacidad de categorizar el contenido permite al receptor anticipar las condiciones de la situación de escucha.